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Huracán Irma

Irma hizo estragos pero no creó el desabastecimiento

'Antes del huracán ya en los mercados no había ni refrescos, ni jugos, ni quesos, ni frutas, ni vegetales, ni carne, ni pescados', se queja una habanera.

La Habana

El desabastecimiento de alimentos y productos de primera necesidad en los mercados estatales se ha agudizado tras el paso de Irma por la Isla, pero el huracán vino a llover sobre mojado: antes de que arrasara viviendas y cultivos en la costa norte del país, la escasez era notable tanto en establecimientos que venden productos agrícolas como en tiendas en divisas.

Aunque la población acepta que un fenómeno devastador como Irma deja inevitablemente afectaciones, muchos critican que el huracán se lleve toda la culpa y que el Gobierno utilice estos eventos para justificar su ineficiencia.

"La gente no está quejándose ni cuestionando sin razón la falta de alimentos en las tiendas y mercados", dijo Gloria Hernández a la salida de una pequeña TRD en Centro Habana que exhibía sus neveras vacías.

"Llevo dos semanas intentando comprar comida que no sea pollo o picadillo, pero nada. Parezco una loca preguntándole a todo el que veo con una jaba '¿dónde compraste aquello, dónde conseguiste eso otro?'".

Reportes publicados por la prensa oficial tras el paso de Irma indicaron que el huracán dañó 338.000 hectáreas de cañas, 95.000 hectáreas de cultivo y 466 granjas avícolas. No obstante, en recientes emisiones el Noticiero Nacional anunció la recuperación "casi total" al menos de las granjas.

"Antes de Irma ya en los mercados no había comida, ni agua, ni refrescos, ni jugos, ni quesos, ni frutas, ni vegetales, ni pescados", dice Ana Ofelia, gerente de un restaurante privado en Centro Habana. El desabastecimiento de alimentos en los mercados estatales "incluye hasta latas de conservas, pastas y embutidos que años atrás se añejaban en los estantes y neveras".

"Ya los cubanos compramos cualquier cosa que parezca comida y, para colmo, los precios son de ciencia ficción", añade.

Los precios de productos alimenticios, fundamentalmente cárnicos, lácteos y pescados, que se comercian en divisas están desde hace décadas lejos del alcance del salario medio mensual, de unos 30 dólares al mes.

Los cubanos, sin embargo, están obligados a pagarlos y a acudir al mercado negro para completar la canasta básica, ya que los productos subsidiados que vende el Gobierno a través de la libreta de racionamiento alcanzan solo para unos 12 días.

"Lo más cínico es que la televisión te repite a cada rato spots sobre cómo mantener una dieta sana, balanceada en frutas y vegetales", señala Patricia Gil, técnica de un laboratorio farmacéutico.

"A veces creo que es un chiste de mal gusto del Gobierno, porque si hay algo caro en este país son precisamente las frutas y los vegetales. En la televisión se cumplen todas las normas, los cultivos se siembran en tiempo, las cosechas son exitosas y la distribución va viento en popa, pero cuando llegas a los mercados del Estado solo ves al vendedor y de milagro".

'Ni panes ni peces, solo triunfalismo'

Ades Baquero, vecina de Nuevo Vedado, critica que "las neveras de las tiendas apenas tengan variedad de alimentos, mientras en las estanterías puedes encontrar decenas de marcas de vinos, licores y rones".

"Y no paras de ver a la gente haciendo colas enormes, lo mismo para comprar pollo que papel sanitario".

El arquitecto y diseñador de interiores Fabián Martínez opina que el Estado no tiene otra alternativa que ofrecer al pueblo "el triunfalismo en sustitución de los planes de contingencia reales".

"Ni panes ni peces, el triunfalismo es lo que abastece desde hace años los agromercados estatales. En cada huracán que atraviesa a la Isla, el Estado encuentra dónde ocultar el fracaso de su política económica".

"Cuesta creer que para un almuerzo como Dios manda tengas que recorrer la ciudad porque en un solo barrio no lo encuentras todo: las acelgas por Plaza, la yuca por Centro Habana, el carnero por playa, los limones por Diez de Octubre y el maní por el Cerro", enumera Martínez.

En busca de un cake y dulces para el cumpleaños de su ahijado, Lázaro Pérez dice haber recorrido varias localidades de Quivicán, Bejucal y San Antonio.

"No me acordaba de que Irma se llevó, entre otras cosas, los huevos", ironiza.

"El más común y barato de los alimentos se convirtió ahora en el más buscado. Aunque siguen vendiendo huevos por la libre, su venta es regulada: no más de diez por persona, para evitar el acaparamiento".

"Los huevos se sumarán a la lista de productos que antes de Irma ya brillaban por su ausencia", lamenta Lázaro. "Espero que al responsable de no asegurar los techos de las granjas de gallinas lo 'truenen' y lo vendan por pedazos… para llenar las neveras del mercado Carlos III", bromea.

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