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Sociedad

La mala administración de un fondo alemán y recortes eléctricos dejan sin agua a familias de Mayarí

Según un funcionario, la donación fue mal empleada y hubo 'chapucerías' en la ejecución de un acueducto.

Holguín

En el barrio Guayabo del municipio de Mayarí, Holguín, se construyó hace más de diez años un acueducto rural. Los vecinos más afectados en cuanto al acceso al suministro de agua llevaban décadas planteando su problema en las Asambleas de Rendición de Cuentas y nada se resolvía. Pero un día aparecieron los recursos y se ejecutó la obra.

El acueducto nunca ha funcionado bien y no cubre las necesidades de forma permanente. El agua no llega a todas las casas del barrio, aunque tengan las acometidas instaladas. Pero aun así los vecinos que reciben el servicio se sienten "muy agradecidos" de esa dádiva que atribuyen a "la Revolución", porque así les ha sido presentada.

No se le ha dado divulgación al hecho, muy relevante, de que los recursos para el acueducto fueron donados por una ONG alemana para al menos tres barrios rurales.

"Cuando llegó ese financiamiento, dirigido hacia los acueductos rurales, se cometieron grandes violaciones. La empresa de Acueducto y Alcantarillado necesitaba una turbina grande para uno de sus pozos principales de abasto de la ciudad y lo compraron con ese dinero. Luego, el resto del financiamiento no alcanzó para comprar las tuberías necesarias", explicó un funcionario del Poder Popular de Mayarí, quien pidió el anonimato.

Además de ello, en la ejecución se hicieron chapucerías que hasta hoy traen consigo afectaciones a la población. A ramales que llevaban una tubería más gruesa se les instaló una de ramal segundario y el abastecimiento no llega a todos con la presión adecuada, ni alcanza a las casas más alejadas.

Las redes de distribución son mangueras de polietileno y, tras numerosas roturas, se reparan con viejas cámaras de autos, pues la Empresa de Acueductos nunca tiene recursos para el mantenimiento.

Algunas viviendas incluso se quedaron sin esas mangueras y hubo que esperar más de un año para conseguirlas. La turbina que compraron no tenía la potencia suficiente; todo por haber gastado incorrectamente el financiamiento.

Para completar, asignaron un plan de gasto eléctrico insuficiente a la turbina. Debido a ello, solo se distribuye agua tres días a la semana y, aun así, no se puede completar el tiempo necesario para que llegue a todas las viviendas. Las casas al final de los ramales no tienen agua pues, cuando comienza a llegar a ellas, ya se debe apagar la turbina para no superar el consumo eléctrico autorizado, lo cual se penaliza con multa a la encargada.

"A mi casa llega el agua algunas veces. Es una desgracia tener que cargarla desde lejos. Como tenemos acueducto, no nos ponen pipas, pero no funciona bien y nadie es responsable de resolverlo", comenta Gregorio, uno de los vecinos afectados por años.

"A mí nunca me llega, pero la prueba de que sí puede llegar la tuvimos ahora cuando el ciclón. La pusieron más tiempo y llegó bien a todo el mundo. Hasta en mi casa que es de las últimas. Claro, porque estuvo más horas de lo habitual. Es un crimen que estemos pasando trabajo por gusto, porque la corriente es del Estado y si quieren suben la cuota de kilowatts. Es un abuso con nosotros. Uno lo plantea y nada se soluciona", apuntó Kenia, indignada.

A pesar de los muchos problemas que tiene el acueducto, la causa principal del sufrimiento de una parte de la población es el recorte en el gasto energético. Más que disponibilidad de electricidad, lo que falta es voluntad política y compromiso con el pueblo.

Actualmente se realiza el "proceso electoral" que debe terminar con la "elección" del presidente del país en febrero, pero ni este problema ni los muchos otros que tienen las comunidades son parte de un debate comprometido.

Lamentablemente, la mayoría de los candidatos son oficialistas, por las características propias del sistema. En esta ocasión, por vez primera, decenas de candidatos independientes intentan convertirse en delegados de circunscripción, y podrían marcar la diferencia, pero no tienen derecho, por ley, a discutir con el electorado un programa de trabajo ni a hacer campaña electoral.

Peor aún, al menos en Mayarí, la Seguridad del Estado no los deja siquiera asistir a las Asambleas de Nominación de Candidatos, usando su fuerza represiva, como sucedió con el opositor Confesor Verdecia. De esta manera, continúa el estancamiento crítico y los problemas solucionables, como del acueducto de Guayabo, siguen sin resolverse.

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