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Salud

Funcionarios y la prensa culpan a los trabajadores de la 'campaña antivectorial' del incremento de los mosquitos

A través de la libreta de racionamiento, el Gobierno vende en farmacias santiagueras bombas de insecticida para la fumigación casera.

Santiago de Cuba

"La ineficacia y la falta de sistematicidad en la labor antivectorial" están entre los principales culpables de la grave situación epidemiológica en Santiago de Cuba, según el semanario oficial Sierra Maestra, que menciona como consecuencia alarmante la proliferación de los focos del mosquito Aedes aegypti.

Es cierto que la campaña no es tan visible como en otras temporadas. Las pesquisas diarias en las viviendas, en busca de cuadros febriles, se han reducido a las zonas donde se han reportado casos, y las fumigaciones semanales programadas en cada barrio están prácticamente suspendidas.

Según una fuente relacionada con la campaña que quiso mantenerse en el anonimato, "hay serios problemas con el combustible y se fumiga donde hay algún brote", aunque esto la prensa estatal no lo ha dicho.

Junto a la merma de las acciones, el Ministerio de Salud Pública ha autorizado la venta de bombas para rociar las viviendas de insecticida contra el mosquito (popularmente conocidas como Fly), normadas por la Libreta de Abastecimiento y distribuidas por las farmacias del municipio Santiago. También se venden, de forma liberada, botellas de insecticida marca LOMATÉ, para implementar las fumigaciones caseras.

Como suele suceder en los medios oficiales, se cuestiona la responsabilidad de los trabajadores de la campaña antivectorial sin profundizar en las dificultades que tienen estos para realizar su labor. El primer secretario del Partido comunista en la provincia, Lázaro Expósito, exigió a las autoridades sanitarias "buscar las causas de la desmotivación que muchas veces afecta el desempeño del personal de la campaña", lo que debería incluir abordar los descontentos.

"Es un trabajo duro. Tienes que fumigar 120 casas diarias, la mitad por la mañana y la otra por la tarde", explica Roberto, quien trabajó como fumigador. "El sueldo es de 300 pesos para el fumigador y de 400 pesos para el jefe de brigada. Además, es peligroso, porque estás trabajando con productos químicos".

El tratamiento que reciben los trabajadores por parte de las autoridades de Salud Pública es pésimo, critica.

"La comida es una basura y no hay merienda. A los trabajadores movilizados los tratan mejor porque les ponen la comida de sus centros de trabajo, reforzada, sobre todo a los que vienen por las FAR. De ahí se benefician también los que pertenecen a Salud Pública".

Los "movilizados", indica Roberto, son trabajadores de otros sectores que son llevados a la campaña para "apoyar", sobre todo en momentos de grandes epidemias.

"A estos movilizados no les dan a elegir. Si te niegas, va para tu evaluación", añade. "Tienes que tener un problema de salud muy grande para negarte. Si eres asmático, pues apoyas apuntando, o haciendo otra cosa".

"Manejar la máquina es fácil y para cualquier problema la llevas al técnico. El problema con las máquinas es que tienen como 20 años de explotación", aclara. "Las bazucas son viejas, siempre están rotas, se inflaman. Imagínate cuando toca fumigar edificios, el sube y baja con el peso de la máquina, de casi 40 kilos, sin meriendas, y el almuerzo es arroz con picadillo de soya".

A juicio de Roberto, el bajo salario y las malas condiciones de trabajo favorecen las "indisciplinas" de las que se quejan el PCC, Salud Pública y la prensa oficial.

"En Cuba a los trabajos se les busca un beneficio. Vender la gasolina y el petróleo es el negocio del fumigador", dice. "La bazuca coge cinco litros de gasolina y se aprende a coger el tiempo al producto para ahorrar. Puedes quedarte hasta con dos litros diarios, un litro por cada sesión".

Roberto, igual que otros fumigadores, no se siente culpable por el mal funcionamiento de la campaña antivectorial.

"Ese mosquito ya es endémico", considera. "Nos echan la culpa, pero si no hay condiciones de trabajo, no puede haber reclamaciones. Tú sabes cómo es la política de nuestro país, hacer mucho con poco. El trabajo es malo porque las condiciones de trabajo son malas".

Lo mismo opina Aleyda, que fue supervisora de una brigada.

"Me fui porque mis trabajadores no tenían nada para protegerse de respirar los químicos. Tampoco les daban botas, pero se tenían que meter en los basureros hasta la rodilla, buscando vectores", asegura. "Yo ya no tenía cara para exigirles, ni manera de ayudarlos".

Los santiagueros no extrañan las fumigaciones. Para muchos, fumigar con las nuevas bombas caseras es mucho mejor.

"Por lo menos este insecticida que nos venden mata al Aedes y al Culex", dice un hombre en la cola para comprar el producto. "Porque el humo ese (de las bazucas) dicen que solo es para el Aedes y los mosquitos siguen igualitos en cuanto el humo se va".

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