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Política

Mas Canosa, el hombre que cimentó el exilio

DIARIO DE CUBA publica a partir de hoy un especial sobre el líder de la Fundación Nacional Cubano-Americana, de cuya muerte se cumplen 20 años.

Miami

En noviembre próximo se cumplen 20 años del fallecimiento de Jorge Mas Canosa (Santiago de Cuba, 21 de septiembre de 1939 – Coral Gables, 23 de noviembre de 1997), el hombre que construyó la influencia del exilio cubano en la política de Washington hacia La Habana.

La Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA), que creó y lideró hasta su muerte, y otras organizaciones le dedican en estos días homenajes coincidiendo con la fecha de su nacimiento.

Por su importancia fundamental en la articulación de la oposición y denuncia del castrismo, en la unión y empoderamiento del exilio, y en la búsqueda de puentes con la población oprimida de la Isla, DIARIO DE CUBA publica este especial.

Un hombre obsesionado con la libertad de Cuba

Mas Canosa creció en Santiago de Cuba. Era hijo de un militar ligado a la dictadura de Fulgencio Batista, a la que sin embargo se opuso. Fue enviado por su familia a estudiar a Carolina del Norte, Estados Unidos, donde aprendió inglés.

Regresó a Cuba en 1959, pocos días después de la llegada al poder de Fidel Castro, e inició estudios de leyes, pero pronto comenzó a disentir del rumbo antidemocrático que tomaba el régimen.

Volvió a Estados Unidos definitivamente, en 1960, con la resolución de luchar por el derrocamiento de Castro. Se ofreció como voluntario en la fallida invasión de Playa Girón y, posteriormente, pasó un breve período en el Ejército estadounidense.

Se casó con su novia del bachillerato, Irma Santos, y de esa unión nacieron tres hijos: Jorge, Juan Carlos, y José Ramón. Trabajó lavando platos y como repartidor de leche para mantener a su familia, mientras aprovechaba las conversaciones con sus clientes para hablarles del sueño de una Cuba libre.

Mas Canosa comprendió pronto que la independencia económica era un requisito indispensable para la libertad. Esta convicción y su talento para los negocios lo llevaron a convertir una casi arruinada firma de montajes eléctricos, Church and Tower, en MasTec, una corporación multinacional que llegó a ser considerada la mayor empresa de propiedad hispana en los Estados Unidos.

En 1981 creó la Fundación Nacional Cubano Americana, la organización con la que consiguió unir a buena parte del exilio y que se convirtió en uno de los más efectivos grupos de influencia en Washington.

Desde esa fecha, prácticamente cada pieza importante de la legislación estadounidense sobre Cuba tuvo influencia de la FNCA, desde la creación de Radio y TV Martí hasta la Ley Helms-Burton.

La organización hizo importantes donaciones a campañas tanto de políticos republicanos como demócratas, y presidentes como Ronald Reagan, George Bush y Bill Clinton escucharon las opiniones de Mas Canosa sobre la forma de lidiar con el régimen de La Habana.

Por la causa cubana, Mas Canosa viajó intensamente tratando de establecer alianzas. Se reunió con personalidades tan diferentes como Boris Yeltsin y Margaret Thatcher, y apoyó al líder de la UNITA, Jonas Savimbi, durante la guerra civil de Angola, en la que participaron soldados cubanos.

El Gobierno de Fidel Castro y sus aliados en el mundo realizaron una fuerte campaña de descrédito contra Mas Canosa. Ningún político del exilio ha sido tan atacado por el régimen, que lo calificó como "el cabecilla de la mafia contrarrevolucionaria de Miami".

En Florida, Mas Canosa tuvo diferencias con otros grupos del exilio y con la prensa local, tanto por sus actividades económicas como por su postura sin concesiones contra el régimen cubano. Sin embargo, cuando murió víctima de un cáncer en 1997, con apenas 58 años de edad, decenas de miles de personas acudieron a su entierro y resaltaron su legado de lucha comprometida con la libertad, la justicia y la democracia en Cuba.

Ese legado permanece también en el discurso político de Mas Canosa, donde prevalece su continua denuncia de los abusos y asesinatos en Cuba; su defensa de la libertad económica; su exigencia de pluralismo político, elecciones libres y transparentes; su llamado a la unidad de exiliados y cubanos de la Isla; su promesa de ayuda a la reconstrucción del país tras el castrismo, y su advertencia de que "solo el odio puede dividirnos y destruirnos".

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