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Opinión

'Nacida en Cuba': el apartheid de United Airlines

'Gracias a la cobardía de las democracias y a un capitalismo cómplice del castrismo global, la mayoría de las empresas e instituciones del mundo libre son aliadas del apartheid contra los ciudadanos cubanos.'

Nueva Jersey

Mi madre regresa a Cuba desde EEUU. Estaba de visita conmigo por unas semanas. Aunque no sea su caso, como todos los cubanos exiliados de por vida por la dictadura de Castro, mi madre nació en Cuba, por lo que su nacionalidad cubana no puede expirar jamás.

Por supuesto, esto no lo reconoce el régimen castrista. O, mucho peor, sí lo reconoce, pero de la manera más perversa posible: discriminando contra todos y cada uno de los millones de exiliados cubanos, los que no pueden viajar libremente a Cuba, como tampoco pueden residir de manera permanente en su propio país.

Gracias a la cobardía de las democracias sin decencia y a un capitalismo cómplice del castrismo global, la mayoría de las empresas e instituciones del mundo libre son aliadas del apartheid planetario contra los ciudadanos cubanos. Por ejemplo, las compañías de aviación.

En el caso de mi madre, la muy norteamericana United Airlines marca a los pasajeros cubanos como si fueran animales. Nada más ver que su pasaporte es cubano (tal como la dictadura cubana nos obliga a viajar, desconociendo cualquier otra nacionalidad), la funcionaria de United Airlines se pone en guardia como una miliciana:

1) le impide a mi madre obtener su pasaje de manera automática con las máquinas dispuestas para ese fin en el aeropuerto de Newark, New Jersey

2) la obliga a mostrar, a lo largo de la cola, una especie de grillete de cartón que dice en letras gigantes que ella es NACIDA EN CUBA.

Así es cómo la compañía aérea United Airlines, tal vez por órdenes o por un soborno del Gobierno de Cuba, humilla a todos los ciudadanos cubanos que le pagan sus boletos para viajar a su propio país. United Airlines marca como bestias a los cubanos en EEUU, tal como no podría marcar a los mexicanos o judíos o islámicos o negros o homosexuales (puede incluso que ni a los animales los pueda marcar de manera tan obscena), porque eso sería anticonstitucional en EEUU.

Pero, gracias al pacto secreto del Partido Demócrata con la dictadura cubana, sellado entre el general Raúl Castro y el presidente Barack Obama no en 2016 sino acaso desde 2012, los cubanos somos menos ciudadanos que nadie no solamente en Cuba, sino ahora también en EEUU, tal como ya éramos menos que ciudadanos en el resto del mundo.

Las compañías aéreas siguen siendo los soldados (voluntarios o a sueldo del castrismo) que impiden que los cubanos con pasaporte cubano viajen a Cuba, si el Gobierno de la Isla no les da primero a cada uno la infame habilitación de un permiso de entrada.

El cartelito con que United Airlines convirtió en una payasa o en una plebeya a mi madre en pleno verano de 2017 significa exactamente eso: el día que la dictadura cubana le quite el privilegio de viajar a mi madre, ella con su grillete de cartón NACIDA EN CUBA sería entonces discriminada en EEUU y expulsada de los aviones de United Airlines.

El castrismo nos exiló a la fuerza. Pero eso es lo de menos. Son United Airlines y decenas de miles de compañías norteamericanas las que rentablemente convertirán a ese exilio en un ghetto de desaparecidos.

Los cubanos no tenemos derecho a existir. Porque esa es la única garantía de sobrevivencia para el neocastrismo: que los cubanos no seamos personas ya no solamente en Cuba, sino tampoco en el resto (los restos) del mundo libre.

Pobre Cuba. Pobres EEUU. La justicia tardó tanto que nunca llegó. Dentro y fuera de la tiranía cubana, las víctimas (que somos todos, incluso los verdugos) están condenadas a un limbo no legal, sino de legitimidad. Los cubanos somos desaparecidos por partida doble.

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