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Opinión

Editorial: Trump y Obama ante el secuestro de los cubanos

Quienes aconsejan al presidente estadounidense tendrían que aprovechar mejor la interesada permisividad del régimen castrista en televisar discursos.

Madrid

La televisión oficial cubana transmitió la reciente intervención de Donald Trump en el Teatro Manuel Artime de Miami. Con este, son ya dos los discursos presidenciales estadounidenses que han podido seguirse en la Isla.

En marzo de 2016, en su comparecencia en La Habana, Barack Obama propuso una política basada en la creación de oportunidades, con hincapié en el empoderamiento de los emprendedores. Lleno de optimismo, Obama consideró que la liberalización económica traería una democratización de la sociedad, a pesar de ejemplos como los de China y Vietnam. Sus palabras despertaron un amplio apoyo popular. Al mismo tiempo, las violaciones de derechos humanos aumentaron, y la elite militar, devenida empresariado, sacó ventaja de esta nueva coyuntura.

Barack Obama minusvaloró el hecho de que los emprendedores independientes se hallan secuestrados por el régimen, y la elite militar impide cualquier tipo de competencia económica. Por un efecto no buscado, su política propició el empoderamiento de los secuestradores.

Por su parte, Donald Trump acaba de advertir que será implacable contra estos. Acerta en el enfoque coercitivo ante esa elite, pero le ha faltado despertar confianza popular en la acción de EEUU. Y el acto del teatro Manuel Artime, inflamado por una retórica electoralista, lanzó una imagen contraproducente para una población cansada de la escenificación de las confrontaciones.

Quienes aconsejan al presidente estadounidense tendrían que aprovechar mejor la interesada permisividad del régimen castrista en televisar discursos. Trump no solo debe enviar un mensaje claro al exilio de Miami, sino también a los varios millones de cubanos que alcanzan a verlo desde la Isla.

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