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Turismo

Ahora que los cubanos pueden ser turistas...

La prensa oficial muestra su rencor por los cubanos que pueden hacer turismo en Europa por sus propios medios.

La Habana

"Más de 3.000 cubanos ya han ido de turismo a Europa; 'turisteo' por cuenta propia, no de aquel que existió como estímulo a los vanguardias del trabajo durante la existencia del campo socialista", así comienza un artículo del periodista Ricardo Ronquillo aparecido en el periódico Juventud Rebelde el pasado domingo.

Envidia, rencorcillo hacia los cubanos que con sus propios medios o los medios de algún amigo o familiar en el exterior han logrado ver por sí mismos que afuera  se vive mejor que adentro a pesar de las crisis, razón por la cual, los ciudadanos del antiguo y felizmente enterrado campo socialista no quieren regresar a aquel período de oscuridad que se nos ofrecía como el paraíso terrenal.

No solo a Europa viajan los cubanos sin el humillante permiso de salida o salvoconducto conocido como tarjeta blanca, también lo hacen a muchos países de América y al resto del mundo que teníamos negado conocer por temor a la contaminación capitalista. El mantenimiento de la pureza ideológica fue la principal batalla librada por los dirigentes de la revolución cubana y de la cual salieron derrotados a pesar del improvisado y tardío cuento infantil con la catastrófica imagen de aviones chocando en un espacio aéreo congestionado.

Ya el viajar no es una prebenda de unos cuantos funcionarios y dirigentes del Partido Comunista (PCC) y el Gobierno o familiares de estos (¿las amantes se consideran familia?), oficiales de la Inteligencia y los premiados  tras años de verter sangre, sudor y lágrimas en la construcción de la sociedad más injusta que ojos humanos puedan haber visto jamás.

Habrá que ver en qué momento de la prolongada veda turística sufrida por los cubanos, el periodista autor del artículo que nos ocupa realizó comparaciones, entre la situación del otrora único sector solvente con posibilidades de disfrutar de viajes al extranjero, a Varadero o a los paradisíacos cayos del archipiélago cubano, con el llamado extremo opuesto, ese que está obligado a vivir del invento (malversación, desvío de recursos, prostitución, proxenetismo, asalto, indigencia).

En la actualidad, no solo los cuentapropistas o microempresarios nacionales y otros dichosos de tener amigos o familiares en el extranjero disfrutan de esos beneficios, por demás normales en los países normales, sino que la oligarquía nacional formada por los antes mencionados dirigentes y demás parásitos generados por el sistema, aún disfruta de los mismos viajes de placer sin  costarles un centavo de su propio peculio.

Son los trabajadores cubanos, los médicos y demás personal que trabaja en el exterior o los empleados en las empresas mixtas, los que llevan sobre sus hombros los paseos en yate por el Mediterráneo, los viajes a Cancún y las vacaciones en París, por solo citar algunos de los lugares preferidos por los que insisten en que nos apretemos el cinto para construir el socialismo, mientras ellos se dan la gran vida capitalista.

Los que han distorsionado la pirámide social desde el mismo principio del proceso en el año 1959, no fueron los burgueses cubanos aniquilados temprano, ni los empresarios capitalistas expropiados, tampoco se puede culpar a la naciente pequeña empresa cubana de las diferencias sociales existentes. En los periodos de mayor penuria, la clase dirigente cubana mantuvo sus niveles de consumo y disfrute de comodidades exclusivas; ellos han marcado por más de medio siglo la diferencia en la inversión de la pirámide, son los pocos improductivos viviendo a costa de los muchos que producen.

Cualquier semejanza de la situación de desigualdad social en Cuba con la situación prevaleciente en países criticados desde la Isla, no es pura coincidencia, los factores que intervienen en ello son los mismos, no importa si son gobernados por la izquierda o por la derecha; es el egoísmo, la demagogia, el populismo y la carencia de un  programa real a favor del desarrollo de los pueblos.

Los dirigentes cubanos no son solidarios con el pueblo sino manipuladores de conciencias que procuran  una igualdad diferenciada donde unos, como diría Orwell, son más iguales que otros.

A los más vulnerables se les pide que se sigan sacrificando y esperando por tiempos mejores, mientras se culpa a los que han escapado de la vulnerabilidad y la dependencia estatal, por el espacio que empieza a abrirse con respecto a los que aún están sujetos al paternalismo gubernamental. En realidad, la preocupación de los gobernantes cubanos reflejada en el  mencionado artículo se debe a que cada vez más cubanos gozan de independencia económica y, sin tener que robar, pueden darse el tipo de vida que antes era permitido solo a los detentadores del poder y sus protegidos.

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