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Editorial

En el país de la 'revolución', los homosexuales siguen sin derechos

¿Qué dicen Mariela Castro y su CENESEX del presunto 'rechazo popular' que causaría en Cuba la legalización del matrimonio entre homosexuales?

Madrid

En América Latina, el matrimonio gay es legal en Argentina, Uruguay, Brasil y Colombia. También lo es en Ciudad de México y en varios estados mexicanos. Chile tiene un Acuerdo de Unión Civil que regula jurídicamente las uniones de parejas homosexuales y heterosexuales que no han contraído matrimonio. Y Ecuador dio categoría de estado civil a las uniones de hecho entre dos personas sin importar el sexo.

En Cuba, nada de lo anterior es posible.

En el país que ha presumido de haber hecho una revolución, donde el Estado abarca cada etapa e instancia de la educación de los ciudadanos y utiliza su control total de los medios de prensa como vehículo para sus campañas, de nada ha valido que sea la hija del dictador Raúl Castro quien defienda la causa del matrimonio homosexual. En Cuba los homosexuales siguen sin poder casarse legalmente.

Ahora, el director de la revista Espacio Laical, también presidente de la Asociación Católica Mundial por la Comunicación (SIGNIS), afirma que el matrimonio homosexual no ha sido aprobado en la Isla debido al "rechazo popular". ¿Basa su afirmación en encuestas o simplemente en los prejuicios católicos sobre el tema?

El Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), institución mediante la cual Mariela Castro representa y usurpa los derechos de la comunidad LGTB cubana, debería responder a tal afirmación con el resultado de sus investigaciones.

Pero, sea cual sea la opinión mayoritaria entre la población cubana, es responsabilidad del CENESEX el trabajo de pedagogía social y de difusión en pos del matrimonio homosexual. En diciembre deberá sesionar otra vez la Asamblea Nacional del Poder Popular; la diputada Mariela Castro tendría que dar allí la batalla por esos derechos.

Porque, a la luz de lo alcanzado en otros países latinoamericanos, seguir apelando al peso del machismo histórico en la sociedad cubana es una pobre excusa para lo conseguido por la institución que ella dirige gracias a sus lazos familiares. 

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