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VII Congreso del PCC

El pluripartidismo explicado a cierto americano por el general Raúl Castro

Es comprensible que el siguiente suceso no haya conocido mucha divulgación porque tuvo lugar en medio de la lectura —de tres o cuatro horas— del Informe central al Congreso del Partido Comunista, efectuada por Raúl Castro en la inauguración.

La Habana

Es comprensible que el siguiente suceso no haya conocido mucha divulgación porque tuvo lugar en medio de la lectura —de tres o cuatro horas— del Informe central al Congreso del Partido Comunista, efectuada por Raúl Castro en la inauguración. Salvo los delegados presentes en la sala, supongo que nadie haya tenido la entereza de espíritu necesaria para oírlo, porque, entre otras cosas, la dicción de nuestro general-presidente  se asemeja a ratos a la de un monólogo de Daniel Rabinovich.

No obstante, creo que vale la pena registrar el hecho para las generaciones futuras de cubanos (si es que seguimos generando después de ver ciertas cosas):

Eran casi las 11:30 a.m. de esa mañana que había comenzado poco más que a las diez con la susodicha lectura. El general-presidente se encontraba inmerso en la parte que advertía  sobre la fortaleza de la Revolución, basada en la unidad del Partido, por lo cual no había que hacerse ilusiones sobre pluripartidismo alguno, so pena de vérselas cara a cara con la Seguridad del Estado (esto último no lo dijo así precisamente, sino que habló de salvaguardar los principios que defendemos, que no son sino aquellos que salvaguardamos…).

Cansado de leer él mismo, o quizás, instigado por una memoria, se detuvo en este punto para referir una anécdota real que le sucedió con cierto americano. Allá iba por ese camino evocador, cuando advierte que alguien le ha pasado un papelito: "Estamos en vivo", decía la nota furtiva (y, tal vez, aterrada) que leyó. "Querrán decir —corrigió con ese su peculiar humor— estamos vivos". Si a él le daba placer referirnos la anécdota, razonó entonces, ¿por qué razón iba a privarnos de ese disfrute? Luego culpó al canciller Parrilla de ser el responsable del volante (el canciller siempre tiene las comisuras de los labios separadas de forma que asemeja una sonrisa; esas comisuras se cerraron un poco y luego volvió a su estado innatural).

El general siguió su rumbo entonces con la historia: allí estaba el americano delante de él parloteando sobre derechos humanos y otras sandeces, cuando aborda el tema del pluripartidismo:

"En Cuba hay un solo partido", le dice el extranjero metiéndose en el tema de la libre asociación.

"En Estados Unidos también", nos cuenta el General que le responde.

"No", replica el americano: "Hay dos: el demócrata y el republicano."

"Aquí también", discurrió el general: "Es lo mismo que decir que en Cuba hay dos partidos, Fidel dirige uno y yo el otro".

Después de los aplausos prolongados en la sala, improvisó estimulado, quizás, por la aceptación de su público: "Ahora, Fidel puede decir 'yo quiero dirigir el comunista…'. No importa, yo dirigiré… el otro."

Y esta es la lección de democracia que he sacado del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba. Si el americano de marras, como suponemos, no era otro que Barack Obama, tiene que haber dado una pequeña vuelta por las paredes antes de recobrar la compostura.

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