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El país que desapareció

La 5ta. Avenida

De la Fuente de las Américas hasta el puente sobre el río Santa Ana, un paseo por la avenida más glamorosa de la capital.

La Habana

La 5ta Avenida fue, desde su inicio, la gran avenida que atravesaba el último gran asentamiento de las familias pudientes, después de abandonar El Vedado: el barrio residencial de Miramar. Se extiende desde el túnel de Calzada hasta su conexión con la carretera Panamericana en el río Santa Ana, en la localidad de Santa Fe, al oeste de la ciudad.

Para su construcción, debió ser aprobado antes el proyecto del reparto Miramar en 1911, el cual comenzó a concretarse en 1916. En 1918, con el alza del precio del azúcar, se comenzaron a levantar mansiones palaciegas, edificadas al gusto de sus propietarios, que se decidieron por lo romano, lo renacentista e incluso lo medieval.

En 1921 se colocó un puente levadizo de metal, diseñado por José López Rodríguez (Pote), sobre el río Almendares, el cual conectó la calle Calzada con la que más tarde sería la Avenida.

El trazado de la misma sería decisivo para el fomento de los repartos Miramar, Country Club Park y Playa de Marianao. En su diseño intervino el arquitecto norteamericano John H. Duncan, junto al arquitecto cubano Leonardo Morales, quienes establecieron manzanas rectangulares de 100 por 200 metros. En su comienzo se encuentra la Fuente de las Américas, diseñada por el arquitecto George H. Duncan, que fuera inaugurada en 1924 y, un poco más adelante, después de la calle 10, la torre-reloj construida en piedra de Jaimanitas, obra del mismo autor, donde las cuatro campanas que lo componen tienen grabado el nombre de José López Rodríguez, y su sonido reproduce el del famoso Big Ben de Londres.

Al principio, a la 5ta. Avenida se le denominó Avenida de las Américas. Al no tenerse en cuenta el respeto a la línea de la costa, parcelarse los terrenos adyacentes al mismo y fabricarse en ellos numerosos inmuebles, principalmente clubes y balnearios, se perdió la vista marina desde la avenida, la cual la hubiera embellecido aún más, así como también la posibilidad de extender el Malecón hacia Miramar.

Las residencias de la 5ta. Avenida se caracterizaron desde un principio por su fastuosidad y comodidad, ya que los arquitectos que las diseñaron tuvieron muy en cuenta la distribución de las habitaciones y de los locales para las necesidades de la vida diaria. Como zona predominantemente residencial, la arquitectura principal es la doméstica.

Residencias

Partiendo de la Fuente de las Américas, a la derecha impacta por su estilo renacimiento alemán, la llamada "casa verde" (1940), debido al color de las tejas de su techo. Obra del arquitecto José Luis Echarte, fue mandada a construir por Armando de Armas, mayordomo de Palacio durante dos periodos presidenciales. De Armas la habitó junto a su esposa hasta 1943, cuando la adquirió la Compañía de Inversión Jarpe S.A., para venderla posteriormente a Luisa Rodríguez Faxas, su última propietaria.

Al quedarse sola Rodríguez Faxas —toda su familia emigró—, y además sin dinero, no pudo ocuparse de su mantenimiento, sufriendo el inmueble un progresivo deterioro, el cual duró hasta su muerte, pues nunca quiso desprenderse de él. Al pasar la propiedad a manos del Estado, fue reconstruida y en ella se instaló el Museo de la Arquitectura.

A la izquierda se encuentra el restaurante Kasalta, con un centro comercial adjunto, hoy remozado el primero y prestando servicios con una decoración de ambiente deportivo que llega hasta la denominación de sus ofertas, pero sin alcanzar el nivel de sus buenos tiempos.

Algunas residencias situadas en la avenida resultan interesantes: en calle 6 se encuentra la que fuera residencia de la condesa de Buenavista, de estilo ecléctico, diseñada por Morales y Compañía, ganadora del concurso de fachada artística en 1929-1930, evento organizado por el Club Rotario de La Habana, hoy convertida en una ciudadela ocupada por varias familias. En calle 10, una residencia inspirada no en el estilo californiano importado común en la época, sino en el colonial del siglo XIX, diseñada por el arquitecto Morales, que fuera Medalla de Oro del Colegio Nacional de Arquitectos en 1944. En calle 14 la residencia que perteneciera al ex-presidente de la República Dr. Ramón Grau San Martín, el cual la denominaba "la choza". En calle 22 la residencia de Francisco Argüelles, obra del arquitecto José Antonio Mendigutía, primera construcción de estilo moderno edificada en Cuba, que posee en la entrada un friso del escultor Juan José Sucre, que representa la lucha entre el arte nuevo y el clásico, así como en el vestíbulo un lucernario. Finalmente, entre otras, en calle 36 destaca la residencia que perteneciera a Mariano Juncadilla Jr., proyectada por los arquitectos Capablanca y Santana en 1942.

La Avenida, después del año 1959, perdió totalmente su carácter residencial, al emigrar la mayoría de los propietarios que habitaban sus inmuebles, y ser éstos convertidos en albergues para estudiantes traídos mayoritariamente del medio rural, sin ningún tipo de costumbres urbanas. Las residencias sufriendo maltrato, depredación y destrucción hasta que, fracasado el intento de "ruralización" se tomó la decisión de trasladar a sus nuevos habitantes a otros lugares, restaurar las residencias y alquilarlas para embajadas, consulados, personal diplomático y empresarios extranjeros, así como situar en algunas a organismos e instituciones gubernamentales vinculados a negocios con el exterior.

Causa asombro el enorme retrato de su "presidente eterno" en la fachada de la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela, algo que viola las normas diplomáticas y además las urbanísticas. Si otras embajadas la imitaran, y no se toman medidas al respecto, la Avenida podría convertirse en un extenso espectáculo circense.

Otras edificaciones

Además de estos inmuebles, en la avenida existen algunas importantes construcciones de tipo religioso. Entre ellas se encuentran: la Iglesia de Santa Rita en calle 26, diseñada por Morales y Compañía, que consta de una gran nave y torre y en su interior posee una efigie de Santa Rita, esculpida por Rita Longa en 1940; en calle 60 el Santuario Nacional de San Antonio de Padua, perteneciente a la Orden de los Franciscanos, inaugurado en 1949, obra de los arquitectos cubanos Salvador Figueras y Eloy Norman en estilo moderno; y en calle 80 la Iglesia Jesús de Miramar, construida entre 1948 y 1953, de estilo románico-bizantino, ejecutada en hormigón armado revestido bajo la dirección del arquitecto Eugenio Cosculluela, siendo la segunda iglesia de mayor capacidad del país, la cual posee entre sus riquezas una réplica de la imagen de Jesús de Medinaceli, igual a la original existente en Madrid, el Vía Crucis reflejado en una notable pintura al óleo de línea clásica realizada por el pintor español César Hombrados Oñativia, y una imitación de la Gruta de Lourdes de 1,80 m. de altura, hecha de mármol de Carrara por el arquitecto Borges, situada al fondo del templo.

También aparecen inmuebles dedicados a otros fines como, entre las calles 40 y 42, en la casa que fuera de María Melero, construida entre 1940 y 1942, obra de Herminio Lauderman, una tienda; en la esquina de 42, La Copa, obra realizada en piedra de Jaimanitas por el escultor Oliva Michelena, situada en 1928 en el boulevard por Carlos Miguel de Céspedes, entonces Ministro de Obras Públicas; algunas instituciones bancarias, como el Banco Bilbao Vizcaya S.A. en el número 4205 y el de Inversiones S.A. en la calle 68; la enorme mole de la antigua embajada rusa, absurda edificación que rompe con el entorno que la rodea, hoy dividida entre las embajadas de Rusia, Bielorrusia y Ucrania; el hotel Occidental Miramar en la calle 72, en parte de los terrenos donde en la década de los 80 se encontraba la Embajada del Perú; los edificios del denominado Centro de Negocios o Trade Center Miramar, ocupados por empresas extranjeras y de capital mixto; el edificio Montecarlo Palace, construido en asociación con una inmobiliaria extranjera; en la calle 82 la casa de Manuel Saavedra, construida en 1951, obra de Bosch y Romañach, en la 84 la casa-estudio de Nicolás Arroyo y Gabriela Menéndez, construida entre 1941 y 1952, obra de ellos mismos; en la 86 la cafetería Normandía; en la 92 el antiguo edificio de The Trust Company of Cuba, construido en 1957, obra de Eugenio Batista, con un interesante mural interior sobre las virtudes del trabajo, realizado por Diederich Kortlang; en la 94 el local de la antigua dulcería Chantilly y el del cine Miramar, transformado ahora en un espacio cultural de usos múltiples; entre la 96 y 96A, la casa de Alicia Amézaga, construida en 1944, obra de Francisco Martín y Ricardo Moreyra; en la 98, donde estuviera la cafetería Coimbra y, en la calle 112, el edificio del antiguo Banco Núñez, construido en 1957, obra de Max Borges, y el Centro Turístico La Cecilia.

Segundo tramo, hacia el Mariel

Es importante tener en cuenta que la avenida no es homogénea en toda su extensión: lo señalado hasta ahora corresponde al tramo comprendido desde su comienzo hasta la calle 112, donde se encuentra su primera rotonda.

Entre esta rotonda y la siguiente se encuentran los terrenos ocupados anteriormente por el parque de diversiones Coney Island Park, hoy venido a menos y sustituido por uno denominado La Isla de los Cocos, el cual no tiene nada que ver con el anterior, ni en equipamiento ni en ofertas, donde también está instalada la Carpa Trompoloco del Circo Nacional de Cuba.

Más adelante, el deteriorado edificio que fuera el Havana Yacht Club, convertido en un lastimoso Círculo Social Obrero. En la acera de enfrente, cerca de la primera rotonda, existe una extraña edificación piramidal para oficinas, construida hace algunos años con el objetivo de ser utilizada por los empresarios hebreos que hacían negocios con el Gobierno cubano y, a continuación aparece el espacio donde se encontraban los célebres clubes, cabarets, bares y billares de la Playa, como se les llamaba entonces: Panchín, Pompilio, Rumba Palace, El Niche, Choricera, Los Tres Hermanos, Pennsylvania y La Taberna de Pedro, la mayoría construcciones de madera con techos de planchas de zinc, con sus puestos de fritas delante y algunas posadas detrás.

En ellos se iniciaron importantes cultores de la canción y la música cubanas, y eran lugar de visita obligada de importantes figuras internacionales del mundo artístico, principalmente músicos y artistas de cine. Formaban una zona original de la bohemia habanera, que aquí se codeaba con cierta marginalidad. Hoy, lo que queda, transformado en cafeterías, pizzerías y otros establecimientos de comidas rápidas, carece totalmente del encanto anterior.

A partir de la segunda rotonda, la avenida retoma su estilo anterior con el Cinódromo, dedicado a las carreras de perros, clausurado después del año 1959 y convertido en un centro deportivo, la zona del Náutico con sus supermercados, hoy uno conocido popularmente como El Príncipe —donde se vende en CUC— y el otro como El Mendigo —donde se vende en CUP—; en la calle 164 la casa que fuera de Antonio Barquet, construida en 1958, obra de Manuel Gutiérrez; el cascarón sin puertas, ventanas y depredado, de la que fuera la capilla de la Universidad Católica Santo Tomás de Villanueva; en la calle 150 el local que fuera de la tienda Glomar; en la 162 el de la cafetería Biltmore; entre las calles 174 y 176 la Escuela de Mecánica y Electricidad de esta universidad, obra también de Manuel Gutiérrez; en la 184 el restaurante La Ferminia; entre la 188 y 192 el Havana Biltmore Yacht and Country Club, convertido en el Club Habana, principalmente para extranjeros por sus elevados precios; algunas residencias e instalaciones navales y militares hasta llegar al poblado de Jaimanitas, donde termina la boulevard central de la Avenida y se levantan algunas casas de playa construidas en madera o mampostería, hasta el puente sobre el río Santa Ana, donde da paso a la carretera Panamericana, también conocida como carretera del Mariel.

La 5ta. Avenida, con su boulevard central arbolado hasta con palmas datileras y con bancos para el descanso, en tiempos de la República sembrado con flores de estación, que le aseguraban el colorido durante todo el año, bien atendida desde el punto de vista vial y de jardinería, con sus parterres también arbolados, aún hoy, sin la misma calidad en sus mantenimientos, con la Fuente de las Américas habitualmente seca y con el reloj de la torre ahora funcionando, después de años de abandono, constituye una de las más hermosas arterias de la ciudad.

De una avenida residencial se ha transformado en una avenida diplomática y empresarial, lo cual ha contribuido a su preservación. No es una vía peatonal sino principalmente vehicular, aunque a través de sus calles transversales da acceso a la zona costera del litoral oeste de la ciudad.

La bella avenida, sin embargo, tiene dos manchones en su historia, aunque no sean de su responsabilidad: en el año 1980, por ella se realizaron las denominadas "marchas del pueblo combatiente" donde, convocada, organizada y manipulada por las autoridades, la población acudió masivamente a desfilar ante la Embajada del Perú, para gritarles obscenidades, improperios y otras barbaridades a los cubanos que habían decidido abandonar el país y se refugiaban allí. Más recientemente, ha servido en repetidas ocasiones para la realización de las manifestaciones de repudio, con agresiones verbales y físicas, también convocadas, organizadas y manipuladas por las autoridades, a que han sido sometidas las Damas de Blanco, al marchar pacíficamente por su boulevard con gladiolos en las manos, al asistir a misa en la Iglesia de Santa Rita.


 

Precisiones a la información publicada originalmente:

1-     El plano original del proyecto urbano del reparto de Miramar esta solamente firmado por el ingeniero y arquitecto Luis Morales y Pedroso, hermano del también arquitecto Leonardo Morales Pedroso. En ningún momento el arquitecto norteamericano John H. Duncan participó en dicho proyecto urbano.

2-     Desde el primer plano urbano firmado por Luis Morales y Pedroso ya estaba definida y dibujada la 5ta avenida con su separador central y doble vías desde el Almendares hasta la calle 42, así como las manzanas de 100 x 200 metros. El proyecto de Miramar fue realizado sobre los terrenos de la finca familiar La Miranda que pertenecía al cubano Manuel José Morales Echarte. Por lo cual es un proyecto 100% cubano.

3-     El puente levadizo de metal sobre el rio Almendares, es también diseño del ingeniero Luis Morales y Pedroso, de hecho ese fue su proyecto de graduación de Columbia University en New York.

4-     José López Rodríguez (Pote) fue comerciante, empresario, banquero entre muchos otros oficios pero no ingeniero ni arquitecto. Al puente de hierro se le llamo popularmente el puente Pote porque fue él quien conseguiría del gobierno de José Miguel Gómez la concesión para la construcción de un puente de hierro sobre el río Almendares, para cuyo diseño solicito al ingeniero Luis Morales y Pedroso.

5-     La única intervención del arquitecto John H. Duncan es el diseño de la torre del reloj de 5ta avenida y calle 10 en 1920, cuando ya estaba construida la avenida y todas las manzanas de la urbanización.

6-     La fuente de las Américas situada al comienzo de la 5ta Avenida, fue concebida por el arquitecto americano John Wilson y las esculturas fueron realizadas por el escultor italiano Pietro Manfredi en 1920. El arquitecto J.H. Duncan no participó en este proyecto.

7-     La residencia moderna “inspirada no en el estilo californiano importado común en la época, sino en el colonial del siglo XIX”, que fuera Medalla de Oro del Colegio Nacional de Arquitectos en 1944, fue diseñada por el arquitecto Víctor Morales Cárdenas, hijo del ingeniero Luis Morales Pedroso.

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