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Entrevista

Cojeando... ¿hasta el éxito?

Alfredo Núñez Elías, impedido físico, espera por un sitio adecuado para vivir. Creador de un producto cosmético novedoso, espera por la burocracia para comenzar a producirlo.

La Habana

Hace cuatro años, cuando lo entrevisté por primera vez, mi respuesta a esa pregunta habría sido rotundamente afirmativa. Alfredo Núñez Elías es impedido físico, una de sus piernas le fue amputada debido a una enfermedad congénita. Esto no le ha impedido valerse por sí mismo, mantener su cuerpo en gran forma, recorrer las calles de La Habana en bicicleta y limpiar la escalera del edificio donde vivía en Centro Habana, como el resto de sus vecinos.

Su talento, que abarca el diseño y confección de ropas, la repostería y la peluquería, le ha permitido crear un producto novedoso para desrizar el cabello, cuya calidad lo coloca en el segundo lugar a nivel internacional, y ayudaría a sustituir importaciones en Cuba.

En aquella entrevista, Alfredo estaba convencido de que pronto estaría produciendo su producto a gran escala, bajo la firma Núñez Elías, y disfrutando una prosperidad económica que le permitiría salir del pequeño apartamento en el edificio en mal estado de la calle Sitios (Centro Habana), que había sufrido derrumbes parciales.

Desde febrero del 2012 vives en un albergue. De tu firma solo existe el nombre.

Cómo ves, tengo bastante espacio, más que en la calle Sitios, pero el baño está fuera del condominio, a quince metros.

¿Y si necesitas usarlo de madrugada?

Uso un cubo. La cocina está dentro…

¿Del local?

Del condominio, a más de 10 metros. En mi condición de impedido debo caminar esa distancia con una olla de presión en la mano. Es un poco peligroso. Pero es lo que la vida me depara en estos momentos, Dios no deja de ponerme pruebas. Eso es vivir, además es vivir en mi país.

Pero ahora, en comparación con dos años atrás, puedes sentirte casi afortunado. 

En realidad, cuando salí de no fue para vivir en un albergue, sino en una casa que me habían asignado. Mi llegada aquí es una historia larga.

Debido a los derrumbes que ocurrieron en Centro Habana y causaron muertes, entre finales de 2010 y principios de 2011, el Gobierno decidió que había que parar aquello y realmente se ha esforzado para que las cosas se resuelvan de manera favorable al afectado. El edificio donde vivíamos había sufrido derrumbes parciales y se declaró inhabitable. Se decidió entonces albergarnos.

Yo aceptaba esa condición, pero fui a la oficina provincial de Albergamiento para determinar mi condición de impedido, y pedí que no me llevaran a lugares tan alejados del centro de la ciudad. Supe que hay un albergue en Mantilla, de nueva creación, con condiciones para impedidos físicos, pero está muy lejos. Mi sustento depende de mi clientela de la peluquería, casi toda en esta zona.

La subdirectora de entonces me dijo que no podría ser en Centro Habana, pero al menos aquí en Santos Suárez. Se me asignó un apartamento en Estrada Palma 61.

Disculpa, estamos en Estrada Palma 201.

Exacto. Estrada Palma 61 es un edificio de apartamentos, a unas cuadras de aquí. Esa era la dirección escrita en el documento que me dieron y la que tenía el chofer que me trajo con mis cosas. ¿Qué pasó? Cuando íbamos llegando, las tres especialistas dijeron al chofer que la dirección de su hoja de ruta era un error, que la correcta era aquí.

¿Lo de Estrada Palma 61 no habría realmente sido un error?

Posteriormente, se determinó en una investigación del Ministerio del Interior, que hubo fraude.

Cuando me trajeron aquí, me ubicaron en un cuarto de cuatro por cuatro, en altos, sin cocina ni baño dentro, donde mis cosas no cabían. Ahí estuve alrededor de un año, a la espera de un local con mejores condiciones, intenté entrevistarme con Ana María Nápoles Aldama, directora provincial de la Unidad Provincial de Atención a Comunidades de Tránsito (UPAC), y nunca logré un despacho con ella. Envié cartas al Consejo de Estado (existe constancia de todo este proceso por escrito) sobre el hecho de que me hubiesen traído aquí y no al apartamento asignado.

Hay un local en bajos, detrás del condominio, con mejores condiciones de espacio, baño y cocina que era un pantry, que debía vaciarse y yo fui al gobierno en Centro Habana, municipio de donde procedo, para ver si existía la posibilidad de que yo lo ocupara. Cuando pasó casi un año sin solución para mi problema, decidí meterme en el local por mi cuenta. De esto di constancia y de alguna manera se me mantuvo ahí, aunque no tenía papeles.

Una funcionaria del Consejo de Estado, a donde dirigí mis cartas, consideró que había invadido un local del mismo condominio con mejores condiciones para mi limitación y que era algo temporal mientras mi problema se solucionaba. El gobierno municipal de aquí de Diez de Octubre no aceptaba que yo, siendo de Centro Habana, estuviese aquí en condiciones mejoradas, cuando ellos tenían otros albergados a los que acondicionar.

Lo entiendo, pero no tenían en cuenta mi condición de impedido y mis otros planteamientos sobre mi trabajo. El director de la UMIC (Unidad Municipal de Comunidades de Tránsito), Alejandro Álvarez Jiménez, me extrajo de ese local con seis policías. La funcionaria Migdalia dela Caridad Izquierdo me dijo en forma muy descompuesta que dónde estaban mis papeles, y que si no los tenía tenía que irme. Me cargaron y me llevaron de regreso al cuarto original, sin espacio, baño ni cocina.

Volví a escribir al Consejo de Estado y me sentí muy satisfecho cuando escuché en la televisión a nuestro presidente Raúl Castro decir: "Basta ya de no buscarnos problemas por el cumplimiento de nuestros deberes".

¿Cómo se relaciona esa frase de Raúl Castro con tu problema?

Cuando volví a intentar ver a la compañera Ana María, y por fin, conseguí un despacho con ella, me dijo que iban a investigar todo lo que yo estaba planteando en mis cartas al Consejo de Estado. En el siguiente despacho me dijo que, efectivamente, hubo un fraude respecto al apartamento que me habían asignado originalmente.

¿Qué se hizo para revertir ese fraude?

Se intentó mejorar mi situación. Ella me dijo que se estaba terminando un apartamento en San Leonardo entre Diez de Octubre y Rabí, y que fuese a verlo. Aunque era un biplanta y debía subir unas escaleritas, que no eran muchas, las condiciones eran bastante buenas; tenía un cuartico de tres por tres y uno de cuatro por cuatro, cocina, baño y una pequeña área para lavar.

Está cerca de la esquina de Toyo, que es bastante céntrico. Por supuesto dije que el apartamento me interesaba, pero la compañera Ana María dijo que yo soy un núcleo de una sola persona.

Supongo que preferían usar el apartamento para solucionar el problema de una familia más numerosa.

¿Entonces para qué me hizo ir a verlo? Allí hay un cuarto de cuatro por cuatro y uno de tres por tres. En realidad, un cuarto y medio. Volví a escribir al Consejo de Estado, y finalmente me resolvieron este espacio dentro del condominio, en bajos. La persona que lo ocupaba no permanecía el tiempo requerido en el albergue, y lo extrajeron. Entonces me lo cedieron a mí.

¿Pero qué pasó con el apartamento de Estrada Palma 61, quién lo tiene, qué se ha hecho?

No he tenido respuesta. Pero no insistí. Ya me habían asignado este espacio y estuve pensando que en estos momentos se terminan las edificaciones donde se entregarán apartamentos a personas que llevan más de 30 años albergadas.

¿Cuántos llevas tú?

Casi tres.

Entonces, te estás preparando para unos 20 años aquí.

Pienso que no. Aunque puedo hacer muchas cosas, tengo una limitación y espero tener prioridad. ¿Cuándo voy a tener dentro, la cocina y el baño, que tanto necesito?

Espero que no sean más de cinco años, se están priorizando algunas personas que llevan ese tiempo. En las condiciones de este local, puedo esperar. Los apartamentos que asignarán ahora, a quienes aguardan hace más de 30 años, están en La Lisa. Espero que no me envíen tan lejos.

Como ves, debo prepararme para ser bien fuerte. El éxito del que hablamos la otra vez parece haberse alejado, pero sé que está ahí.

Creo que podrías salir mucho antes de este albergue si lograras empezar la producción de tu línea de productos para el cabello, de manera industrial. Creo que obtendrías suficiente dinero para comprarte, al menos, un apartamento pequeño. 

El laboratorio donde se producirá mi producto ya existe, y se llama Núñez Elías, pero lo que se produce en estos momentos es la línea de productos Hada, que son básicamente ungüentos, medicina floral y esas cosas; lo lleva mi representante.

No hemos podido empezar a producir mis productos porque, a pesar de ser reconocidos como cooperativa no agropecuaria (una de las primeras en el país) no nos ha sido otorgada la personalidad jurídica para adquirir al por mayor la materia prima para mi producto.

Hablo de vaselinas, de aceite de oliva que es extremadamente caro, y debemos comprar el de mayor calidad, porque el producto que fue evaluado y catalogado como segundo a nivel mundial, tenía ingredientes de primera calidad. Además, en estos momentos no cuento con lanolina, por ejemplo.

Para producir mi producto a nivel industrial, necesito tener garantizada toda la materia prima. El hecho de comprarlas a los precios que se venden en el mercado encarece muchísimo el producto y muchas personas no pueden costearlo.

Nuestro presidente Raúl Castro ha hablado en varias ocasiones de la necesidad de sustituir importaciones en el país y mi producto permitiría hacerlo. Además, yo también estaría contribuyendo mediante el pago de impuestos.

Un gran producto en ciernes

Mientras entrevisto a Alfredo Núñez Elías, llega una amiga y cliente suya a comprar la brillantina sólida que Alfredo también produce. El precio (1 CUC la onza) me deja sin aliento.

"Y no es la de mayor calidad", explica Alfredo, sin ocultarlo a su clienta, que además llevaba semanas esperando para comprarla.

Pero él no puede venderla más barato, debido al costo de los ingredientes.

Alfredo me muestra emails impresos de hoteles (Melia Cayo Santa María, Sandals Royal Hicacos, Sol Cayo Largo) que han solicitado su producto para comercializarlo. Ha logrado formulaciones para champú color y acondicionador color. Además, puede impartir clases de peluquería para la aplicación del producto.

La representante de Alfredo ha enviado cartas a Marino Murillo y otros funcionarios para que se agilice el otorgamiento de la personalidad jurídica. Ha recibido respuestas y hay todo un cartapacio de cartas, según él, pero todo sigue igual. Muchas personas están a la espera de que empiece a producirse la línea de productos Núñez Elías, y sobre todo él, que ve en ello la posibilidad de prosperar.

Sin embargo, también piensa que sus cartas al Consejo de Estado sobre su problema de vivienda han dado algún resultado. "Me siento mejorado en mi condición de albergado", afirma, y confía en que verá una solución después del 5 de enero.

"Quienes estamos en esta situación estamos escépticos, pero sabemos que de alguna manera todo está siendo amarrado para que haya una solución", dice.

Al despedirme, le prometo regresar después del 5 de enero para saber si de veras se ha solucionado su problema de vivienda.

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