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Política

Las cajas del sexo suizas y el avestruz cubano

Suiza adopta un nuevo método para controlar la prostitución legalizada. ¿Y Cuba qué?

Londres

Por estos días la prensa europea y estadounidense reporta sobre otro experimento suizo para controlar la prostitución: las cajas del sexo. El objetivo es sacar la prostitución del centro de Zúrich, crear un ambiente más seguro para las prostitutas y, de paso, cobrarles el debido impuesto por el trabajo.

Las cajas del sexo consisten en una especie de drive-thru o pequeños garajes donde las trabajadoras sexuales pueden negociar sus servicios con los interesados. El diseño está ideado de tal forma que la prostitución tenga mayor protección, sanidad y control social.

El problema de la prostitución es casi global,  pero en Cuba el Gobierno prefiere meter la cabeza en la arena como el avestruz y decir que la prostitución es mínima o no existe. Los suizos no solo han reconocido su existencia, sino que la legalizaron desde 1942.  Esta legalización, además de atacar directamente al tráfico de personas, se focaliza en uno de los peores problemas que trae consigo la prostitución ilegal y que golpea muchísimo a la sociedad cubana actual: la prostitución infantil.

Allá por el año 1991 salió un artículo en la revista oficialista Somos Jóvenes que estremeció La Habana. Recuerdo que estábamos en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad para el lanzamiento de un libro cuando se interrumpió la sesión por la algarabía que se creo en la sala. Todo parecía indicar que la glásnost había llegado a nuestra pequeña isla y ese artículo era el primer signo de su aterrizaje.

El artículo estremecía los cimientos de la sociedad "perfecta" en que vivíamos hablando por primera vez de forma abierta y sin timidez de la "jinetera" cubana. Lo más alarmante del artículo era que revelaba lo que ya era de conocimiento público: los jóvenes cubanos alquilaban su cuerpo no para comprarse autos de lujos o hacer vida de hoteles cinco estrellas, sino para comprar desodorantes, una libra de arroz o para resolver todos esos problemas mundanos de una vez y por todas con un pasaporte italiano, español o chileno.

Muy pronto vimos la respuesta contundente de los "estrategas" gubernamentales. Una vez más el Gobierno escogía la estrategia del avestruz.

Por supuesto, enterrar la cabeza en arena nunca funciona ni en Cuba ni en ninguna parte del mundo y esta no fue la excepción. De hecho, al no reconocerse y no regularse esta práctica, la prostitución en Cuba se enterró más en el mercado negro y comenzaron a brotar otros males como la violencia de sexo, enfermedades venéreas y la distribución de drogas duras como la cocaína y la heroína.

Sin embargo, algunos países europeos como Holanda, Alemania, Austria, Suiza, Grecia, Turquía, Hungría y Letonia no tienen alma de avestruces y han decidido regular y controlar en lugar de prohibir y negar.

Las instalaciones suizas que abrieron sus puertas este lunes fueron construidas con dinero público. Según Reuters, la solución "ha costado 2,1 millones de francos suizos (2,2 millones de dólares) su construcción y 700.000 francos suizos (750.000 dólares) el coste de operación anual".

En Suiza se exige que las trabajadoras sexuales se registren en la ciudad donde operan y con las autoridades sanitarias, que le ofrecen controles de salud gratuitos. Se requiere que las trabajadoras sexuales tengan por lo menos 18 años, de acuerdo con el convenio del Consejo de Europa sobre la protección de los niños contra la explotación y el abuso.

Este experimento de las cajas de sexo ha estado en fase de prueba por más de un año y ha sido aclamado como un éxito por los servicios sociales suizos.

A ver si algún día los gestores del Gobierno cubano se despojan de los debates de izquierda y derecha o de los de adentro y afuera, sacan la cabeza de la arena y comienzan a implementar medidas que resuelvan problemas sociales con creatividad e innovación, en lugar de prohibir y negar su existencia.

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