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Sociedad

La Federación de Mujeres Cubanas 54 años después

Algunas preguntas claves a raíz del IX Congreso de la FMC.

La Habana

Aún está fresco el IX Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), realizado los días 7 y 8 de marzo. Momentos del evento fueron transmitidos en la Mesa Redonda, durante los días 10 y 11. En la edición del Granma del lunes 10, se publicó el texto íntegro del discurso de clausura, pronunciado por el Segundo Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, José Ramón Machado Ventura.

Podría parecer contradictorio que un hombre pronuncie el discurso de clausura en el congreso de una organización de mujeres; contradicción solo superada por el hecho de que fue otro hombre, Fidel Castro, quien fundara la organización en 1960, y que además designara a la máxima dirigente, Vilma Espín. En Cuba, sin embargo, ni las mujeres —todas miembros de la federación a partir de los 14 años— parecen cuestionarse la autonomía de una organización femenina fundada por el hombre que dirigió el país, incluso antes de convertirse en presidente, por casi medio siglo. De hecho, al final del Congreso se entregaron reconocimientos especiales a Fidel Castro, el "Comandante en Jefe de las mujeres cubanas", y al presidente actual, Raúl Castro Ruz.

El título con que aparece el discurso de Machado Ventura en Granma, "La defensa de la Patria continuará siendo nuestra principal tarea", parece una frase pronunciada por una de las mujeres delegadas, pero es en realidad del Segundo Secretario del Comité Central del Partido. Su discurso consistió en evaluar el desarrollo del Congreso y de la organización de mujeres, y en exhortar al cumplimiento de otras tareas importantes "para la revolución". No podría ser de otra forma cuando el primer objetivo de la Federación de Mujeres Cubanas es la defensa "de la revolución", como reiteraron las participantes en el evento, argumentando que solo dentro de "la revolución" es posible mantener los logros de la mujer cubana.

Aún sin, según los datos proporcionados por José Ramón Machado Ventura sobre la situación de la mujer en América Latina y Estados Unidos —país con el que nunca dejan de compararnos nuestras autoridades—, parece innegable que el triunfo de 1959 incrementó las oportunidades de empleo y estudio de las mujeres. Sobran las anécdotas de negras y mestizas cuyas opciones de empleo antes del triunfo de la revolución se reducían a ser criadas, y luego tuvieron la posibilidad de estudiar y acceder a mejores empleos. En muchas familias de negros y mestizos, solo hubo graduadas y graduados universitarios después de 1959. Pero ha sido también dentro de "la revolución" que la situación económica ha llevado a las profesionales cubanas a colgar el título y emplearse como domésticas, o prostituirse con la esperanza de salir del país.

No obstante, cuando se escuchan historias de otros países, donde realizar un aborto puede llegar a ser ilegal —incluso en casos donde la mujer ha sido violada y/o es menor de edad—, resulta difícil contener un suspiro de alivio al pensar que en Cuba esa cuestión está resuelta. Con el actual gobierno la mujer quedó libre para disponer de su cuerpo y para… incorporarse a las tareas de "la revolución".

Solo que el contexto actual es bien distinto. Ya las mujeres están incorporadas en la producción, las aulas, el sistema de salud; ya ocupan cargos importantes a todos los niveles y gozan de equidad salarial con los hombres. Pero la población cubana envejece de forma acelerada. Los bajos índices de mortalidad en menores de un año —4,2 por cada mil nacidos vivos en 2013, mejor cifra de América— no logran contrarrestar los efectos de la baja taza de natalidad. Y es necesario que las mujeres tengan hijos. Aunque afirma estar consciente de que no es un problema que deban solucionar solo las mujeres, el Segundo Secretario del Comité Central del Partido hace un llamamiento a la Federación para concienciar a sus miembros de esta necesidad del país.

La pregunta es cómo lo harán.

El Gobierno no ignora que las condiciones económicas y de vivienda atentan contra la formación de una familia. ¿Qué harán las dirigentes de la Federación para dar cumplimiento a esta nueva tarea? En Cuba se ha repetido tanto la consigna de predicar con el ejemplo, que quizás las más abnegadas federadas en edad fértil podrían dar el paso al frente, para demostrar que sí se puede, aunque sus condiciones económicas y de vivienda sean tan paupérrimas como las de sus compañeras de género. ¿Tendrán hijos las mujeres por encima de cualquier adversidad? ¿Ser madre se convertirá en sinónimo de patriotismo? ¿Existirá una política de estímulos para la producción de bebés, similar a la que hubo en los centros de trabajo, con entrega de equipos eléctricos?

Por el momento, los problemas que ocupan a la Federación y que más se mencionaron durante los debates están relacionados con las ilegalidades y la pérdida de valores en la sociedad. Pero es justamente gracias a esas ilegalidades que muchas federadas consiguen leche, aceite y otros productos que todas deberíamos ser capaces de comprar legalmente con el salario. ¿Ninguna de las participantes en el Congreso ha comprado una bolsa de leche o una libra de aceite en bolsa negra; o un pepino de yogurt blanco, que también es ilegal vender; ninguna ha comprado gas cuando se le ha acabado el suministro legal?

Una de las contradicciones de esta organización, puesta de manifiesto por una de las participantes más jóvenes en el Congreso, es la falta de conocimiento y sentido de pertenencia de la membresía. El único requisito para pertenecer a las filas de la FMC es ser del sexo femenino y haber cumplido los 14 años de edad. La membresía no es obligatoria, pero aún si muchas familias no son partidarias del sistema, le inculcan a las niñas la necesidad de no señalarse, de dejarse llevar por la corriente. Es también de esa forma que cubanas y cubanos integramos los Comités de Defensa de la Revolución (CDR); no hacerlo equivale a no estar integrado, y casi declararse no apto para un empleo en el sector turístico o como profesor universitario, por ejemplo.

Al ocurrir esa membresía de manera automática, las mujeres se preocupan poco por la historia de la organización, y su pertenencia se limita en muchos casos a pagar la cuota anual. La joven delegada que expuso el tema, sin embargo, no llegó a hacer la pregunta verdaderamente crucial. ¿Somos todas las mujeres cubanas partidarias del régimen, o sea, de lo que las delegadas llaman "revolución", un término que cada vez se vuelve más abstracto? La respuesta es positiva mientras no se demuestre lo contrario.

¿Pero… y si estamos en contra?

Esa pregunta no apareció en el Congreso, quizás porque pondría de manifiesto la contradicción con la primera tarea de las federadas, que es la defensa de "la revolución", según ellas mismas afirman. Según otra delegada, la tarea es lograr la igualdad y la emancipación de la mujer cubana en todos los ámbitos y niveles de la sociedad, defenderla contra cualquier manifestación de discriminación. ¿También a las mujeres que disienten del régimen, a las Damas de Blanco, por ejemplo, cuando sean víctimas de actos de repudio durante sus manifestaciones pacíficas? ¿No son estas también mujeres cubanas? ¿Entonces, en defensa de los derechos de la mujer, estaría la Federación dispuesta a oponerse a "la revolución", al general Raúl Castro y a su hermano, que aunque ya no es presidente no solo es el eterno líder, sino el "Comandante en Jefe de las mujeres cubanas"? Entre quienes han participado en actos de repudio contra las Damas de Blanco ha habido mujeres adultas, federadas, por definición, convocadas en sus centros de trabajo. ¿Qué piensa la Federación de Mujeres Cubanas, o sea quienes la dirigen, sobre este tipo de convocatorias? 

A pesar de los méritos acumulados por la Federación durante su más de medio siglo de existencia, no puede representar los intereses de todas las mujeres del país, porque no todas somos defensoras de lo que ellas denominan "la revolución".

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