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Opinión

Editorial: Europa dice acercarse a Cuba, pero se aleja de los cubanos

¿Cómo sería entendida por los cubanos la cancelación de la Posición Común?

Madrid

La Unión Europa (UE) se dispone a modificar de aquí a 2015 su relación política con La Habana, y dar por finalizada la Posición Común, que rige desde 1996.

Dos han sido las razones alegadas para tal cambio: las transformaciones emprendidas por el raulismo para su sobrevivencia y lo incómoda que resulta la Posición Común a la hora de dialogar con la Isla. La UE argumenta que Cuba es el único país con el cual las relaciones son "anormales", aunque parece olvidar que es también la única dictadura del hemisferio occidental.

La Posición Común no constituye un "bloqueo económico", por más que la propaganda castrista intente presentarla de ese modo, sino un marco político, una declaración de principios. ¿Cómo sería entendida su cancelación entre los cubanos?

Indudablemente, el Gobierno podrá presentarla como una victoria suya. Los presos políticos, los disidentes reprimidos, todos aquellos que están involucrados en la lucha por la democratización y la población extenuada por la situación general, la recibirán como un mensaje de desaliento. Se hará evidente entonces que los intereses de Europa no coinciden con los de quienes sufren la dictadura, y que el cambio de política europea obedece a puro cálculo económico (de ahí el hincapié en los cambios traídos por Raúl Castro) y a lasitud diplomática (de ahí el hincapié en las incomodidades causadas por la Posición Común).

De nada vale que la UE cifre esperanzas en la aceptación de cláusulas sobre derechos humanos por el régimen. Cuba es signataria de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y ha firmado —sin ratificarlos— los Pactos de la ONU; pero en más de medio siglo no ha cumplido mínimamente con esas directrices principales. ¿Qué hace pensar entonces que las nuevas cláusulas servirán de algo?

En 2013 se registraron más de 6.000 arrestos de disidentes, y más de un centenar de ellos fueron agredidos físicamente o sufrieron actos de repudio. La búsqueda de una normalización de las relaciones con La Habana pasa por encima de cada uno de esos casos, y deja más indefensos y solos a quienes luchan por los derechos humanos.

Los gobiernos y organizaciones de la Europa del Este, de países que atravesaron por situaciones semejantes, deberían oponerse a un cambio de política europea hacia Cuba. En la Isla tendrían que producirse muchos cambios para que la Posición Común merezca ser cancelada.

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