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Sociedad

Los clubes-balnearios perdidos

Del esplendor de la República a la ruina de la revolución, los actuales 'círculos sociales obreros' no son nada.

La Habana

Durante los años de la República, el litoral oeste de la Ciudad de La Habana, a lo largo de la costa del Golfo, desde el final de El Vedado hasta Jaimanitas y Santa Fe, se cubrió de clubes-balnearios, donde se practicaban deportes y se disfrutaba del mar, el sol y la brisa marina.

Estos centros, pertenecientes a sociedades y gremios, tenían por lo regular una Presidencia y una Junta Directiva, quienes respondían por su correcto funcionamiento, además de los cientos de socios que los integraban y financiaban, mediante el pago de cuotas mensuales, cuyo monto dependía de su importancia social y de los servicios que ofrecían.

La mayoría de estos clubes-balnearios ofertaban áreas deportivas y equipamiento para la práctica de deportes, playa, piscina, baños con duchas, taquillas para guardar las prendas personales, servicios sanitarios, cafetería, restaurante, área de juegos de mesa y salones de bailes y de fiestas.

Entre los más importantes se encontraban, comenzando desde el final de El Vedado, el Vedado Tennis Club, y terminando en Jaimanitas, el Havana Biltmore Yacht Club.

Entre uno y otro existían el Casino Deportivo, el Miramar Yacht Club, el Club de Profesionales, el Balneario Universitario, el Balneario Hijas de Galicia, el Club de Ferreteros, el Havana Yacht Club, La Concha, el Casino Militar, el Club Náutico y el Cubanaleco.

En el litoral este, principalmente después de la apertura de la Vía Blanca y, posteriormente, de la Avenida Monumental, que parte del túnel de la bahía, también surgieron clubes-balnearios en Cojímar (Club de Pescadores), Bacuranao, Tarará, Santa María del Mar (Club de Contadores, Club Bancario y Club Médico), Boca Ciega, Marbella, Guanabo, Playa Veneciana, Brisas del Mar…, propiciando el desarrollo de las denominadas Playas del Este.

En el año 1959, ante el avance de la proletarización a toda costa, todos los clubes-balnearios fueron intervenidos y, posteriormente, rebautizados como "círculos sociales obreros" con nombres del nuevo santoral, entregados a los diferentes sindicatos de la Central de Trabajadores de Cuba, pasando a ser administrados y atendidos por éstos.

Mientras existieron los inventarios anteriores y resistieron los inmuebles, el mobiliario y los equipamientos, todavía podían ser visitados.

Pero al cabo del tiempo, ante la falta de insumos, la destrucción y desaparición de medios, la falta de mantenimiento y de reparaciones de todo tipo, más la desidia y la irresponsabilidad generalizadas, fueron perdiendo cualidades y atractivos, convirtiéndose en verdaderas ruinas sin baños, duchas ni taquillas, con cafeterías y restaurantes cerrados, piscinas clausuradas, áreas deportivas abandonadas y salones vacíos, donde lo único utilizable eran las pequeñas playas, sucias y sin ninguna atención.

En un proceso acelerado, digno de mejor causa, pasaron de la opulencia a la miseria. De este triste destino se salvaron, con mejor suerte, los asignados a algunas instituciones gubernamentales especiales, tanto civiles como militares.

Cada cierto tiempo, como para no perder la esperanza, aparece en la prensa oficial, anunciada a bombo y platillo, una nueva campaña para recuperar las instalaciones y ponerlas a funcionar debidamente.

Hasta ahora, a pesar de algunos cambios cosméticos introducidos en su administración, después de inicios siempre triunfalistas, los fracasos se han repetido y los viejos clubes-balnearios, convertidos por decreto en "círculos sociales obreros", nunca han vuelto a ser absolutamente nada. ¡Cosas del sistema! 

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