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Sociedad

Violencia en La Habana: a golpe de navaja

Los robos y los altercados públicos crecen en la capital. La pérdida de valores y la crisis económica empeoran las cosas.

La Habana

Augusto, de 51 años, es de esos hombres que tiene conectado el cerebro con la lengua. Lo que piensa, lo suelta sin haber procesado suficientemente las ideas. En la noche del 6 de febrero, ese arrebato de franqueza estuvo a punto de costarle la vida.

Era el día de su cumpleaños y se tomaba una botella de ron barato con un amigo de menos edad. Hablaban de fútbol y mujeres. A Augusto le gusta recordarle a sus socios del barrio que la experiencia y la madurez de sus cincos décadas de vida es un elemento de peso para ofrecer consejos útiles. Aunque nadie se los pida.

El debate se calentó cuando Augusto comenzó a dar criterios subidos de tono acerca de la mujer de su amigo, un tipo de mecha corta que zanjó el conflicto con cuatro furiosas puñaladas.

El rápido traslado a un hospital habanero y una operación de urgencia le salvó la vida a Augusto. Ahora, el joven que le propinó las cuchilladas con una afilada chaveta de zapatero es fugitivo de la justicia.

Pudiera ser un suceso puntual o aislado. No lo es. Con demasiada frecuencia, en La Habana se dan casos de violencia desmedida. Cualquier asunto, aunque sea baladí, como pisar sin querer a una persona dentro de un atestado ómnibus urbano, puede provocar una tormenta.

Al clima caluroso, la pérdida de valores, la falta de educación y la poca ecuanimidad de muchos ciudadanos, se suma la crispación que provoca una vida precaria y una crisis económica estacionaria que dura ya 23 años (comenzó en 1990, con el llamado "período especial en tiempos de paz").

A falta de pistolas o AK-47, los iracundos jóvenes habaneros, y algunas pandillas de barrio, portan navajas de barbero, punzones o machetines recortados. A veces antiguos revólveres de la época del oeste americano.

En zonas marginales de San Miguel del Padrón, Marianao o Arroyo Naranjo, a la colección de armas se agregan inyectores caseros, una especie de pistola que se confecciona utilizando ligas y de la que las balas salen disparadas hacia cualquier sitio.

En la misma barriada donde Augusto sufrió sus graves lesiones, en el municipio Diez de Octubre, un grupo de adolescentes provocaron una gresca violenta en una discoteca. Varios sufrieron heridas de consideración en el rostro o navajazos en la espalda.

Y es que la violencia verbal o física comienza desde la casa. En muchas familias, las controversias terminan con los implicados tirándose los trastos a la cabeza. Y las colas del pan, las paradas de ómnibus o las esperas de trámites burocráticos son lugares propicios para que se desaten algarabías salpicadas de palabrotas y groserías, peleas a puñetazos o con armas blancas.

La vulgaridad y la agresividad están a flor de piel en La Habana. Van en aumento los habanero que pierden los estribos a la primera de cambio. A veces la intimidación es provocada por pandillas que se dedican a robos con violencia en sitios pocos concurridos y oscuros.

Una camiseta de Messi, Cristiano Ronaldo o LeBron James, una gorra de los Yankees de Nueva York o un Samsung Galaxy, son carnadas que atraen a delincuentes juveniles que, navaja en mano, asaltan a cualquiera. Y lo peor, a veces se pierde la vida. 

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