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Perfil

Duro entre duros: Fernández Pujals

Multimillonario y benefactor de grupos del exilio 'duro', el dueño de la yeguada Centurión se halla en las antípodas de los jerarcas de La Habana.

Madrid

"Yo tengo mentalidad de plantado, y un plantado no negocia con el régimen, al menos no de la forma en que muchos están negociando".

Exiliado desde 1960, Leopoldo Fernández Pujals se halla en las antípodas de los jerarcas políticos de La Habana. Multimillonario y empresario de éxito, conservador y defensor del libre mercado, este habanero de 65 años es, además, benefactor de grupos del exilio duro como Plantados o el Cuba Democracy Advocates.

El apoyo directo de Pujals a la causa democrática cubana empezó de la mano de su tío materno, Pujals Mederos, que pasó 27 años y 22 días en las cárceles castristas. Fue este tío quien a fines de los noventa le presentó a antiguos presos plantados como Mario Chanes de Armas, Eusebio Peñalver, Ángel de Fana, Julio Ruiz Pitaluga y otros.

"Yo les dije que la historia de ellos no se conocía, y que estaba dispuesto a apoyarles, con un sueldo adecuado a cada uno y, además, con fondos para que pudieran viajar por el mundo, dar conferencias, contar sus historias, explicar su causa".

Ha pasado más de una década. Ahora estamos en España, en agosto. En las tierras de secano de la meseta castellana, al suroeste de Segovia, predomina el amarillo. El escritor Miguel Delibes nos lo recuerda: Castilla es ancha. Hay quien dice que su principal paisaje es el cielo, que los campesinos han alzado de tanto mirar.En el claustro de su residencia, el antiguo monasterio de San Pedro de las Dueñas —una abadía de monjas dominicas fundada a mediados del siglo XIV—, Leopoldo Fernández Pujals viste chaqueta azul y pañuelo rojo en el bolsillo, doblado según los manuales del buen vestir para caballeros. Hay mucho silencio, una fuente mozárabe, tallas románicas. Es raro hablar aquí de política cubana, un tema tan estridente. Pero es lo que hay.

Gracias en buena medida a la ayuda económica de Pujals, la causa de los presos plantados es conocida hoy: fueron hombres que tras luchar contra Castro rechazaron el trabajo forzado y cualquier plan de rehabilitación o pacto con sus carceleros, hombres que rehusaron incluso a vestirse con el uniforme de los presos comunes. Durante décadas, en ropa interior y celdas tapiadas, entre reivindicaciones y huelgas de hambre, los plantados se convirtieron en el último rescoldo de la guerra civil acontecida en Cuba tras el triunfo de la revolución, en una especie de reserva moral de la resistencia contra el totalitarismo.

Cuenta Pujals que después de un largo período apoyándolos, un día su financiero vino y le dijo "llevas una media de un millón doscientos mil dólares gastados anualmente en la causa cubana durante los últimos cinco años". En ese momento él miró atrás y vio pocos resultados prácticos, y entonces decidió darle un giro a la estrategia de Plantados. Continuar con los viajes, sí, pero volcarse en Cuba. Y así se montó un programa para incidir en los militares del régimen, en los intelectuales, en Washington…

Algunas de estas iniciativas tampoco han fructificado, pero esto no desanima a su impulsor, optimista, minucioso y amante de los retos. Precisamente a través del trabajo en Washington ha desarrollado su proyecto más activo, el Cuba Democracy Advocates, que informa sobre los derechos humanos en la Isla y defiende una transición incondicional hacia la democracia y el estado de derecho. El grupo aboga por el mantenimiento de las sanciones norteamericanas hacia el gobierno de los Castro, instando a levantarlas solo cuando estos cumplan tres condiciones: la liberación de todos los prisioneros políticos, la legalización de los partidos, la libertad sindical y de prensa, y la realización de elecciones libres y democráticas, supervisadas por organismos internacionales. Fue a través del impulso de Pujals y del Cuba Democracy Advocates que otros dos cubanos, Gus Machado y la señora Díaz de Oliver, crearon el US-Cuba Democracy PAC, un grupo de cabildeo en el Congreso norteamericano.

Los detractores del PAC creen que las exigencias a La Habana resultan excesivas, que pretenden llegar a la Z sin pasar antes por el resto de letras del abecedario, que cercenan de antemano cualquier posible negociación. Pero Pujals discrepa. Y lo hace desde una posición existencial:

"Un plantado no negocia con el enemigo, no cede. Sus principios están por delante de todo. Y además no odia. Eso fue lo que me fascinó de ellos. Los plantados son gente noble. Tantos años en solitario te hacen olvidar la violencia, te centran, te hacen sano. Lo que queremos es la libertad de Cuba, que todos los que están ahí y han provocado el daño se vayan, que nos dejen a los demás vivir en paz".

Corrían los años setenta cuando el tío Pujals Mederos compartía cárcel con un conocido preso ex revolucionario, disidente de las filas del castrismo. Dicho preso llegó un día muy contento con un televisor, regalo de Fidel Castro. Pujals Mederos le exigió que lo devolviera: "si el televisor entra, yo salgo". El otro se negó, preguntando cómo iba a salir de allí. "Muerto", le contestó el plantado, y entró en una huelga de hambre hasta que, dieciocho días después, su compañero de celda tuvo que entregar el televisor.

'Un país es una empresa'

"Siempre creí que para tener un negocio era necesario entender sus tripas, y eso es la contabilidad, por eso estudié accounting". Tras una trayectoria exitosa en las multinacionales Procter & Gamble y Johnson & Johnson, a los 40 años, Pujals estrenó negocio propio. "Empecé a elaborar y vender pizzas a domicilio. En el 97, si me preguntaban de qué era dueño, decía que solo de motocicletas y hornos. Cada tarde me quitaba el traje y la corbata y me ponía el delantal. Vivía en un apartamento de alquiler. Pero apenas 12 años después Telepizza valía 2.000 millones de dólares en bolsa. Vendí y acabé sacando entre 400 y 500 millones de euros".

Con este pasado, no es extraño que alguien como Leopoldo Fernández Pujals —quien ahora preside Jazztel, una de las compañías de telecomunicaciones más importantes de España— vea la vida desde un prisma casi exclusivamente económico. También ve así la transición y el futuro de una democracia en Cuba.

"Hablo mucho con los camareros y meseros de Miami, casi todos recién llegados de la Isla. Nueve de cada diez me dicen que no quieren volver. A cualquier joven cubano con ambiciones empresariales le digo que no descarte la posibilidad de que en el futuro, cuando la situación cambie, vaya a tener más oportunidades allí que en ningún otro lugar. Allí está todo por hacer, y si quien dirige el país transmite ilusión, honestidad y ética, conseguirá muchos apoyos. En ese momento, en una Cuba democrática, espero que el objetivo de quienes dirigen el PAC cambie, que ayuden a llevar inversión y negocios a la Isla".

Será, ante todo, "un asunto de ética".

"Fuimos de la falta de ética de Batista a un gobernante peor, con menos ética aún. Tenemos que hacernos un lavado de conciencia. Quien dirija Cuba tiene que ser ético, correcto. El gobierno deberá ser pequeño, porque así, poco daño podrá hacer. Que la sociedad lo haga todo".

O que el mercado regule.

¿Funcionará la visión del economista Friedrich Hayek (la incompatibilidad de una economía planificada con la libertad individual) en un país descapitalizado, funcionará la de John Maynard Keynes (aumento del empleo y del ingreso incrementando los gastos de consumo o inversión)? ¿Por qué está tan convencido Pujals de que en una Cuba democrática entrará dinero de muchas partes?

"En primer lugar, porque al gobierno norteamericano le interesa que Cuba sea un país democrático, un Estado estable. En segundo lugar, porque tenemos muchísimos cubanoamericanos con influencias en EE UU. Estoy convencido de que todas las multinacionales van a abrir filiales en Cuba. Todas, y hay miles. No solo americanas, también europeas, españolas. Se generará mucho empleo. Y además tendrá que haber dinero para apoyar al joven empresariado nacional. Cuando empieza la República, en 1902, había muy pocos cubanos dueños de negocios que aportaran al Producto Interno Bruto; en 1959, cuando Castro, ya andábamos por el 50 por ciento. Tardamos medio siglo en levantarnos económicamente como país, pero lo logramos. Al material humano que existe en Cuba hoy le llevará tiempo aprender, mejorar, pero si el sistema se lo permite, lo hará. El cubano de hoy no ha mejorado porque el sistema se lo ha impedido".

Corren anécdotas de Pujals en el Madrid de los años 80, de sus excelentes artes como vendedor de equipos médicos, de performances montados en hospitales, con técnicos asombrados por su labia caribeña y enfermeras encandiladas por sus aires mundanos. Sus gestos son ya pautados, pero sus ojos se encienden cuando se le cuestiona esa visión tan optimista acerca del futuro nacional. "¿Por qué?", pregunta, al escuchar que si se toman en cuenta las democracias vecinas, puede que la cubana no vaya a ser diferente: débil, corrupta.

"Todo tiene que ver, desde mi punto de vista, con quien elija el pueblo. No hay más. Yo tengo una empresa, esa empresa va bien porque sé administrar; he buscado personas competentes que saben dirigir, y a diario recibo información fiable para saber si tengo que intervenir o no. El tema es si se escogen personas competentes o a alguien como Fidel Castro, que nunca había tenido nada en su vida, que había sido un matón, o a alguien como Batista, que era tres cuartos de lo mismo. Hay que buscar personas que hayan demostrado un historial competente administrando, además de un historial ético".

¿Puede surgir alguien así en las estructuras del actual gobierno?

"Puede ser. No lo sé. Yo lo que estoy tratando de decir es que si hay un boom económico, este será provocado por la inversión extranjera, no por el cubano de a pie. El cubano lo que tiene que hacer es elegir un gobierno que le de tranquilidad a los inversores, que no ponga zancadillas ni cortapisas a las empresas que inviertan. El bienestar del cubano no vendrá del gobierno, sino de las mil, dos mil, tres mil, diez mil empresas que surjan, que den empleo a cien, doscientas, trescientas personas. Y no hay que olvidar al exilio, que sabe idiomas, que se ha curtido en el capitalismo. No todos volverán, pero basta con que lo hagan unos pocos, que aporten. ¿Quién va a manejar los concesionarios de la Ford en Cuba, por ejemplo? Los inversores tendrán fe en quienes tengan experiencia, pero también en quienes dominen el terreno".

Para Pujals, no hay dudas de que volveremos a ser lo que fuimos: la envidia de América Latina. "Somos, éramos, los únicos ciudadanos del mundo que no envidiábamos a EE UU. Los únicos. Todo el mundo los envidia, muchos incluso llegan a odiarlos. El cubano no. El cubano se sentía orgulloso porque era competente. Cuando tú no eres competente, eres un cabrón. ¿A quién tú criticas? A quien tú envidias. Si tú sientes envidia de alguien es porque piensas que ese alguien es mejor que tú. El cubano se sentía tan triunfador que ni se le pasaba por la cabeza envidiar a EE UU. Éramos los únicos en América Latina, y volveremos a serlo".

Tal convicción resulta al menos asombrosa, después de un proceso político que ha vivido obsesionado con los EE UU, proyectándose en ellos, alimentándose de la confrontación, calando en la sociedad hasta niveles antropológicos.

Pujals sonríe:

"Vamos a ver de quién estamos hablando, estamos hablando de alguien que es un acomplejado. Analicemos la vida de Fidel Castro. Fidel Castro es hijo de la empleada del dueño de una finca. Y esa misma empleada tiene un hijo, Raúl, con un guardia del vecino. Esos niños se sentían de segunda categoría, siempre fueron envidiosos. Cuba era una joya que uno de ellos, un cabrón, jodió. Y digo uno porque el hermano es un mentecato. Eliminaron la libertad prometiendo que iban a eliminar una dictadura anterior. Por eso fue que la gente le dio su apoyo. Luego ellos se dedicaron a mentir, a robar y a matar".

De Fernando Poo a Saigón

Parece un número de prestidigitación. Mientras privatizan empresas, ceden a transnacionales fábricas quebradas por ellos mismos, despiden a cientos de miles de trabajadores, eliminan subsidios, mantienen islas y cotos privados de caza y dejan a sus herederos operar los nuevos y florecientes negocios a ritmo de tarjetas de crédito y smartphones, los Castro, aquellos "niños envidiosos", hacen creer al mundo, y a millones de compatriotas, que todos los cubanos son revolucionarios, progresistas. Los que no lo sean no tienen derecho a ser ni siquiera eso: cubanos. Son traidores, vendepatrias. Y por tanto no tienen nada que decir acerca del pasado, el presente y el futuro de la nación.

Pero en San Pedro de las Dueñas, entre los arcos del claustro, se apilan libros sobre la Isla. Asoma por allí la torre del ingenio Iznaga, siempre sola, los mogotes de Viñales, balcones art decó, la jungla de Lam.

Cada reflexión política de Leopoldo Fernández Pujals se remonta a tiempos de la independencia. El incendio de Bayamo empezó en la farmacia de Maceo Osorio, tío de su bisabuela. La familia paterna llega de Asturias en plena guerra del 68. El bisabuelo materno, por su parte, es deportado a Fernando Poo, regresa y se instala en Cayo Hueso, el primer exilio. Es, de alguna manera, la historia del país: el pasado español, la guerra, la basculación hacia la órbita económica, política y cultural de EE UU. "Hubo un corte, antes de 1900 mi familia iba a estudiar a España, después, a Norteamérica. Mi bisabuelo estudió en el Colegio de Ingenieros de Puertos y Caminos de Madrid; su hijo estudió ingeniería en Nueva York".

Es a Estados Unidos adonde regresan los Pujals en julio de 1960. "Yo era niño, pensé que íbamos de viaje de verano, si llego a saber que no volvería más…". Fueron tiempos difíciles. La familia busca empleo, vuelve a empezar. Miami. Connecticut. Orlando. Y el joven Pujals se descarría. Estudia de todo un poco, pero lo que le gusta es divertirse. Lo expulsan tres veces de la universidad. Se va, trabaja y vuelve a intentarlo. Hasta que llega la guerra de Vietnam y se alista, sintiéndose mal por ir rumbo a Saigón y no a La Habana. Cuando se entera, la madre de Pujals se echa a llorar, "llanto para arriba y llanto para abajo". De lo único que puede convencer a su hijo es de que no se haga piloto. Pero el hijo no puede evitar los helicópteros. El ruido de las aspas le impide saber si le están disparando.

Es natural que ahora, junto a su cubanía y su lógica empresarial, Pujals acuda a las relaciones y el ejemplo de EE UU. Opina que el embargo norteamericano es una forma pacífica de intentar estrangular económicamente a los Castro. A la pregunta de si ha funcionado, responde que los embargos solo funcionan cuando son estrictos, cuando hay colaboración entre países. "Funcionó en Sudáfrica, empieza a funcionar en Irán. Yo no creo que los EE UU estén intentando conseguir una democracia en Cuba mediante el embargo, sí creo que el embargo ha ayudado a reducir el dinero de Fidel Castro y su régimen para involucrarse en guerras y acciones terroristas. Cuando a Fidel Castro le sobraba el dinero, por la subvención soviética, se metió en no sé cuántas guerras, envió hombres a medio mundo, saboteó y estimuló el terrorismo. El embargo, ahora, lo mantiene ahogado. No es lo mismo cuando te sobran 20 millones de dólares que cuando te faltan. Castro apenas ha sobrevivido gracias a Chávez y a los chinos, que lo han ayudado, aunque cada uno a su manera".

Los EE UU también le han vendido a Cuba miles de millones en alimentos, pero Pujals, ahí, no ve ayuda. "Fueron los congresistas cubanoamericanos los que dijeron que Castro tenía que pagar al contado. Ese es el mejor negocio que ha hecho EE UU, no venderle a crédito a los Castro. Los países y empresas que lo han hecho tienen ahora deudas millonarias".

Quienes defienden el levantamiento del embargo aducen razones éticas, morales. A esas personas, Pujals les dice que se preocupen más por el embargo que Fidel Castro le ha impuesto a su propio pueblo. "No les permite montar negocios, les paga 15 dólares al mes. El embargo lo único que dice es que no te damos crédito, ¿por qué?, porque tú no pagas. Si Castro quiere comprar productos norteamericanos, puede ir a Panamá, a la zona libre, y allí conseguir cualquier cosa, desde máquinas de IBM hasta Coca-Cola. Gracias al embargo, Castro no ha podido endeudar aún más al país".

El caballo perfecto, la democracia

Al final, Pujals acabará vendiéndolo todo, quedándose solo con esto. Todo puede que sean sus negocios, sus inmuebles, sus acciones en compañías como Jazztel. Esto es San Pedro de las Dueñas, pero no el monasterio, sino lo que desarrolla en las tierras que lo circundan, en las que pastan los cerca de mil caballos de pura raza española que conforman la yeguada Centurión, el apellido abandonado por los antecesores del bisabuelo asturiano que se fue a Cuba en el siglo XIX.

El amor a la tierra y a los caballos le viene a Pujals desde la infancia. Habiendo nacido en la ciudad, le fascina el campo. De haberse quedado en Cuba habría sido ingeniero agrónomo. "Después de haberlo dado todo y de tenerlo todo como empresario, decidí volver a lo que verdaderamente siempre me ha apasionado en la vida, desde que era niño y andaba por una finca de mi familia, allá en Pinar del Río".

En la yeguada Centurión se respira eficiencia. La quietud de agosto aplasta los ruidos, acentúa la sensación de vacío y distancia de la que hablaba ese otro escritor castellano, Azorín, cuando no percibía "ni el más leve rumor, ni el ladrido de un perro, ni el cacareo metálico y lejano de un gallo". Hoy, la yeguada Centurión es la mejor de España en la modalidad de Doma clásica, pero su dueño no se conforma. Su objetivo es aún más elevado: recuperar la pura raza del caballo español o andaluz, desvirtuada por años, llevarla a la cúspide mundial de los torneos equinos. "Me enamoré del caballo español por su belleza; después descubrí su nobleza y esos altos aires que se traducen en sus movimientos".

En Centurión trabajan genetistas, veterinarios, entrenadores, mozos de cuadra. Hay tipos y calidades distintas de pienso, todo ha de estar milimétricamente controlado. También hay pistas de entrenamiento al aire libre y techadas, y un pabellón con las mismas dimensiones del de la Escuela de Equitación de Viena, aire acondicionado, gradas y luces para espectáculos ecuestres. Mientras los mejores ejemplares entrenan, Pujals explica: quiere un dorso, una cabeza, una envergadura, un paso determinado. "El caballo español perfecto existe, pero está repartido entre muchos ejemplares. Cruzándolos entre sí, lo que busco es juntar las piezas, hallar ese animal".

La búsqueda no es menos obsesiva que la del capitán Ahab tras Moby Dick. Indio, el semental de la yeguada Centurión, está valorado en cientos de miles de euros. Preña solo a yeguas escogidas. Hay otras encargadas de recibir los embriones, gestar y dar a luz. No hay tiempo que perder. Según cálculos del propio Pujals, faltan unos dieciséis años para alcanzar el objetivo. Cada rasgo, cada característica genética, debe marcarse durante tres generaciones; solo así queda fijado para siempre.

Son tareas casi quiméricas, el pura raza perfecto, la democracia en Cuba. ¿Cuál es más difícil? Ni el propio Pujals lo sabe. Pero la democracia en Cuba, asegura, está más cerca. Aunque aún puede descarriar, puede que el castrismo mute, se diluya y permanezca.

"Ese es el peor escenario. Esa es la movida de Carlos Saladrigas y compañía, del Movimiento Cristiano Liberación, proponiendo modificar una Constitución del setenta y pico, una Constitución que no es válida. Si existe una transición a la Montaner o a la Ortega y Alamino, el Cardenal, eso no va a ser una transición, sino un paripé, porque no van a conseguir quitarle el poder a la cúpula. Una transición verdadera es quitarle el poder a quienes lo tienen. Yo abogo por ponerles un puente de plata para que se vayan al extranjero, y que los militares jóvenes cumplan la Constitución del 40, que da un plazo de año y medio para realizar elecciones. Desde mi punto de vista, esa sería una transición sin traumas, la mejor posible para Cuba; que los militares se viren, tomen el mando e inmediatamente se lo pasen a los civiles. Y el instrumento para hacer eso es la Constitución del 40. Es verdad que es una Constitución con errores, que puede mejorarse, lo que tú quieras, pero nos ayudará a salir del hueco. Si los militares sacan a los Castro, pocos tiros habrá, y será bueno para todo el mundo. En cambio, si el pueblo se levanta, va a haber disparos y muertos, y va a ser peor para todos. Por eso, puente de plata para los octogenarios, que se vayan a Italia, a España, adonde quieran. Si hay militares que propician eso, serán considerados héroes, los Antonio Maceo de este tiempo".

De repente, lograr el pura raza perfecto parece una tarea más sencilla, pero no para alguien como Pujals, a quien le encantaría poder dialogar con diez coroneles cubanos de entre 40 y 55 años. "Les diría que pensaran en la vida de sus hijos, si quieren que sus hijos tengan la vida que ha tenido el pueblo cubano bajo el castrismo. Les diría, ustedes han pasado trabajo, se las han visto en las duras y en las maduras. Ustedes han salido al extranjero, han visto cómo se vive en armonía, sin hostigar a nadie. ¿Quieren que sus hijos sigan sin progresar?"

Pujals no cree en el mensaje del revanchismo. Su instinto de vendedor le indica que hay que ponerse en la piel del otro, generar empatía. Y así, sigue hablando con sus hipotéticos oficiales: "Cualquiera con un poco de sentido común se da cuenta de que si se repite el mismo comportamiento de los últimos 50 años, todo va a seguir igual, o peor, pues primero se arrancó la riqueza enorme que había en este país, y luego se pulverizaron los subsidios soviéticos. ¿Y qué tienen? Nada. Si se consigue que cada cubano gane de media 50.000 dólares al año, el PIB aumentaría en 50.000 dólares multiplicado por 12 millones. Pero si la gente se mantiene ganando 15 dólares, pues ese es el PIB del país. Y en un entorno pobre es muy difícil generar riqueza, pues al que venda o produzca algo, nadie se lo va a comprar. Para que una economía funcione, todo el mundo debe prosperar. Los octogenarios no han sido tontos. Han mandado a sus hijos fuera y han comprado negocios y propiedades. Pero los de 40 y 50 años, yo no creo que esos tengan mucho dinero".

Cuando se habla de un cambio de régimen, enseguida se piensa en el destino de las propiedades inmobiliarias. Podríamos imaginar a uno de los jóvenes oficiales castristas preguntándole a Pujals al respecto. "Lo robado —dice este—, bien robado no está. No se puede robar y esperar que se diga que eso está bien. Ahora, si una persona lleva 20, 30 años viviendo en una propiedad robada, esa persona debe seguir viviendo ahí, no se le debe poder desalojar. Porque si ya ha vivido ahí tanto tiempo, puede quedarse hasta que muera sin jorobar a nadie. Eso es lo que pienso de las propiedades robadas y de quienes las utilizan ahora mismo".

Puente de plata a los dictadores, acuerdos alrededor de las propiedades confiscadas tras la revolución. Son ideas que, de alguna manera, no concuerdan del todo con las patrañas que, según los medios castristas, se cuecen cada segundo en el exilio. Según Pujals, los cubanos de la Isla no tienen que preocuparse en ese sentido. Son ellos, dice, y en especial los militares, los que tienen en sus manos llevar a cabo la democracia.

'Doy 400 y recibo 12 millones, no está mal'

Los octogenarios castristas se fajaron con los octogenarios del exilio. Pero el tiempo ha pasado y, más allá de las oficinas del PCC y de alguna mente anclada al pasado, el lenguaje beligerante pierde fuerzas. Así como antes imaginamos a un oficial de las FAR, imaginemos ahora a un miembro de ALPHA 66, el diezmado y nostálgico grupo del exilio que aún aboga por la vía armada. ¿No podría reprocharle a Pujals que lo que está planteando es un diálogo?

"Yo no estoy dialogando. Yo digo que conseguir la democracia con el menor número de muertes, eso solo lo pueden lograr los oficiales de segunda línea, los que tienen vida más allá de los Castro. Si lo hacen, serán aplaudidos por los cubanos de la Isla y por los del exilio. Y eso no es dialogar, eso es un cambio sin traumas".

Muy pocos en el exilio duro, donde la retórica pesa tanto, se atreven con un mensaje así. Pero Pujals insiste: "Mira, tú ponlo ahí, a ver cuántos me critican por decirlo: yo no dialogo, yo le envío un mensaje a personas que tienen poder, para que sepan que en sus manos está llevar la democracia a Cuba. Esa es mi humilde opinión, y conozco a muchos beligerantes. Conozco a Posada Carriles, que ha vivido disparando mientras le disparaban, a Martín Pérez [esposo de la periodista Ninoska Pérez Castellón], que estuvo en la celda con mi tío. Conozco a muchos más, y pongo la mano en el fuego a que aplaudirían a los oficiales que promuevan el cambio. Puede que les critiquen por el puente de plata a los octogenarios, puede… Pero en mi experiencia, y tengo 65 años, esas críticas duran 90 días. Tú fíjate, en China mataron a un millón. Y la inversión extranjera volvió allí. En cualquier país, los ciudadanos olvidan rápidamente lo que pasó uno, dos meses atrás. Lo importante es seguir adelante. Sabemos dos cosas en esta vida, que nacemos y que morimos. En el medio está todo por hacer. Si un oficial de 50 años calcula que va a vivir 30 más, y que sus hijos vivirán 70, ¿se querrá quedar así, o querrá vivir mejor?"

Atardece en San Pedro de las Dueñas. Indio, el semental, mira los campos. Su dueño lo mira a él y echa mano de lo que mejor conoce, los números: "Todo esto que te estoy contando se habla a puerta cerrada, pero yo creo que hay que hacerlo público. A mí que me critiquen. Que digan: ¿cómo es que Leo ha dicho puente de plata para los cabrones? Mira, le doy puente de plata a 400 tipos y en el proceso consigo alegría para 12 millones. ¿No está mal, no?"

 

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