Back to top
Salud: Epidemia de Cólera

Cuba en los tiempos del cólera

En 1997 se intentó silenciar la epidemia de dengue. Hoy, la del cólera.

Miami

No, no es el título de una nueva versión de la novela de Gabo. El esclerótico Gabo ya ordeñó el surrealismo cubano hasta la saciedad y la fama. No, éste es el título de la tragedia real, la de la Cuba —supuesta potencia médica— que se mueve hoy entre la hemorragia y la diarrea. No ha habido un caso de cólera en Cuba desde 1882; la Isla todavía era colonia, la segunda guerra de independencia —la Guerra Chiquita— había terminado en 1880, y la esclavitud perduraba y no se aboliría hasta 1886. ¡En esas condiciones paupérrimas y miserables —las de hace 130 años— ha sumido al pueblo de Cuba la dictadura socialista!

En 1997 fue la epidemia silenciada de dengue hemorrágico en Santiago de Cuba, que destapó el médico opositor Dessy Mendoza Rivero por radio al exterior. Ello le costó una condena de 8 años de cárcel; cumplió 18 meses dada la presión internacional por su libertad. Hoy —además de los casos de dengue— es el cólera en la provincia Granma, en Manzanillo para ser exactos, y ahora también en Trinidad y Santa Clara, y se dice que hasta en La Habana.

Ya hay 29 muertos, aunque oficialmente solo tres. La historia se repite. En 1997, el Ministerio de Salud Pública ni siquiera informaría sobre la epidemia desatada hasta que no tuvo más remedio. Hubo que confirmar la noticia del Dr. Mendoza, a quien nunca reivindicaron. "El objetivo del gobierno era encubrir la gravedad de la situación para no ahuyentar a los turistas. Todo estaba dispuesto para Expo Caribe 1997; el Festival del Caribe; el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes; y el carnaval santiaguero" (Dessy Mendoza-Rivero e Ileana Fuentes, Dengue: La epidemia secreta de Fidel Castro, CFC Publications, Washington, 2000). La mentira costó entonces muchas vidas, muchas más de la cifra oficial del 10% de 757 casos. Las mentiras abundan también ahora: se informa que las muertes son por "deficiencia respiratoria".

Si aquélla fue una epidemia secreta, el brote de cólera es una debacle no tan secreta de Raúl Castro, quien anda por la tierra del genocida Mao buscando al médico que resuelva los problemas epidémicos, y un chino que le ponga a cada cubano un cuarto para resolver la vivienda. ¿Hasta cuándo seguirá esta mafia machista destruyendo ese país?

Lo tremendo del cólera es que mata a la velocidad del rayo. En horas se deshidrata una persona por las diarreas incontrolables. Este desastre se desata en femenino, porque la atención de enfermos en un hogar, su limpieza e higienización están en manos de las mujeres, y las cubanas no tienen desinfectante, ni agua potable —mucho menos fórmulas farmacéuticas para rehidratar un organismo y equilibrar el nivel de minerales—, ni alcohol de 90, ni detergente y cloro para lavar la ropa contaminada, ni una docena de sábanas en los escaparates, ni toallas suficientes, ni 25 mudas de ropa para que dé tiempo a lavar la contaminada y colgarla al sol en las tendederas.

¿Quién va a terminar con las manos sucias de heces coléricas, sin podérselas desinfectar? ¿Quién tendrá que hervir sábanas, pañales, blumers y calzoncillos? ¿Con qué papel higiénico puede limpiarse alguien a quien se le escapa la vida por el inodoro? ¿Inodoro? ¿Y qué de quienes tienen que acudir al retrete, al excusado? ¿Qué posible higiene habrá en el hueco a nivel de piso? Y con este calor de julio, cuando acuden los niños y jóvenes a refrescarse en los ríos, ¿cómo quedarán las aguas públicas cuando los intestinos descarguen descontrolados su letal contenido?

El Hospital Clínico Quirúrgico Celia Sánchez Manduley no dará abasto con sus insuficientes recursos. ¡Qué ironía! Cuba, 2012: pacientes de cólera en un hospital que lleva el nombre de la máxima revolucionaria y manzanillera, bióloga y enfermera, a cuyo padre médico ayudó en la crianza de los ocho hermanos a la muerte de su madre a consecuencia de parto.

Cuando se informe oficialmente la demografía de esta epidemia, muy probablemente abundarán las mujeres, además de menores, adolescentes y ancianos. ¡Ni la moringa del médico chino cambiará el derrotero de miseria y muerte de 11 millones de cubanos!

 


Este artículo apareció originalmente en El Nuevo Herald. Se reproduce con autorización de la autora.

Archivado en

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.