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Ejército

Una sociedad militarizada

El MINFAR estrena web para 'desmentir a algunos medios de comunicación internacionales'. Mientras, el acceso a internet se le sigue negando a los ciudadanos.

Las Tunas

El domingo pasado el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR) anunció la aparición de su sitio web www.cubadefensa.cu para el 13 de marzo, según publicó el diario oficial Juventud Rebelde.

"Hasta ahora, cualquier interesado en conocer sobre las FAR o defensa cubana, bien fuese cubano o extranjero, no tenía un sitio donde encontrar concentrada la información (…) de ahí que fuese imprescindible desarrollar un sitio que mostrase la verdad sobre Cuba, qué hace nuestro país para defenderse (…) y así desmentir a algunos medios de comunicación internacionales que intentan desprestigiar nuestra imagen ante el mundo", dijo el coronel Jorge Galván Blanco, director de la editorial Verde Olivo, al mencionado diario.

El hecho de que cualquier persona, ya sea natural o jurídica, posea visibilidad en internet, está muy bien. Mal está en negar esta posibilidad a la mayoría de los cubanos, por lo que cabe preguntarse: ¿En realidad, existe algo que desmentir por los militares en su muy costoso papel de cancerberos de la sociedad?

La hipótesis de ser Cuba un país militarizado parece estar fuera de dudas. El concepto de militarismo universalmente aceptado entraña el predominio del elemento militar en el gobierno del Estado, situación que engendra desigualdades y privilegios en favor del instituto armado, desembocando en dictadura según coinciden numerosos autores.

Para nadie es secreto que en Cuba rige la llamada dictadura del proletariado, de consabido partido único.

Según el Artículo 5 de la Constitución, el Partido Comunista es "la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado". ¿Pero acaso se ha detenido alguien a observar cómo está integrada la dirección de la dictadura del proletariado en Cuba?

El Comité Central es la máxima entidad del Partido Comunista, y dentro de este lo es el Buró Político. El primero está integrado por 114 militantes; el segundo, la suprema jerarquía, por 15.

Por su integración, ambos recuerdan más a una militocracia (con todas las prebendas que ello significa) que a un partido de trabajadores encargados de ejercitar la dictadura proletaria.

De las 15 personas integrantes del Buró Político del Partido Comunista de Cuba —no es ocioso reiterar lo de "fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado"—, siete son militares de muy elevado rango: un General del Ejército, un comandante de la revolución y cinco generales del cuerpo del Ejército.

No hay aquí ni un teniente coronel como Hugo Chávez, y mucho menos un mecánico tornero como Luiz Inácio Lula da Silva. Algo parecido ocurre con los restantes 95 integrantes del muy selecto Comité Central.

Aunque Cuba es un país subdesarrollado, fundamentalmente de economía agrícola y de servicios, no se encuentra entre estas personas o líderes a ningún cocinero; nada parecido a un guía de turismo, carpintero o albañil. Quizás haya una doctora en medicina, una maestra de escuela, dos presidentes de cooperativas agrícolas y, eso sí, militares.

Entre los 95 o más integrantes del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, sin contar los existentes en el Buró Político, hay un comandante de la revolución, dos generales del cuerpo del Ejército, 13 generales de división, un Vicealmirante y un General de Brigada.

Dieciocho militares del alta graduación en activo en el Comité Central de un partido que se dice proletario, esto sin contar los militares en retiro que ejercen importantes funciones de Estado, como son los ex comandantes José Ramón Machado Ventura y Faure Chomón Mediavilla; el primero, segundo secretario del PCC y primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros y, el segundo, asesor del presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular.

En honor a la verdad, hoy como nunca antes en la historia de Cuba, los militares tienen la concentración del poder en sus manos.

No solo mandan en las instituciones armadas, sino también hacen de ministros, gerentes empresariales y corporativos, y hasta determinan cómo manejar la flora y la fauna del país, empresa desde hace muchos años en manos del comandante Guillermo García Frías.

Pero lo peor de todo es lo pernicioso que resulta para la sociedad cubana esta clase social improductiva que goza de todo tipo de privilegios, desde salarios de gabelas hasta retiros anticipados.

"Estoy pensando irme por la vía militar, porque las FAR lo tienen todo", comentó cierto joven recién graduado de bachiller con excelentes calificaciones, lo que le da derecho a optar por una buena carrera universitaria, pero inclinado a la vida militar por las conocidas prebendas de un pariente en el ejército.

"Tío, yo no tengo otra opción. Cuando me llegue el Servicio Militar (obligatorio, eufemísticamente llamado General), juro cinco años (el servicio es de dos) y me hago sargento instructor. ¿Qué voy a ser en la calle? ¿Carretillero?", adujo ante reclamos familiares también cierto bachiller recién graduado, pero con calificaciones improbables para vencer los exámenes de ingreso a la universidad y optar por una carrera.

Aun así, no todos los jóvenes cubanos pueden pasar su Servicio Militar en unidades de tropas regulares. Lo cual es otra muestra de la segregación que hoy vivimos.

Cierto recluta, al que por error situaron en la oficina de un campamento de trabajo agrícola antes de que sus jefes velozmente lo sacaran de allí, tuvo acceso a su expediente y conoció por qué, a la fuerza, lo habían transformado en obrero agrícola en lugar de en soldado.

"Conclusiones de la Comisión de Reclutamiento. 14 de mayo de 1999. Se conoce que su conducta político-social es mala. Tiene familia en el extranjero. Puede ser reclutado solamente para unidad del EJT", dice el documento mostrado por el excautivo del Ejército Juvenil del Trabajo al que esto escribe.

Luego… bienvenida al ciberespacio www.cubadefensa.cu si, además de mostrarnos las estupendas escuelas militares y el poderoso armamento, también nos muestra, junto con el modo de vida de los soldados en sus unidades, las intimidades del generalato en sus mansiones; sin olvidar, claro está, la actuación de la policía militar, los famosos boinas rojas, los calabozos, los tribunales militares y las cárceles.

¿Acaso no es esa "transparencia" lo que elogian aquí al soldado estadounidense Bradley Manning y a Wikileaks? ¡Pues adelante!

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