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Medios

El corresponsal en su laberinto

El caso de Mauricio Vicent, periodista de 'El País' en Cuba: último capítulo de la larga pelea del régimen contra la prensa extranjera.

Barcelona

Mauricio Vicent se ha vuelto a quedar sin palabras: de firmar noticias ha pasado a ocupar titulares. Al corresponsal en La Habana del diario El País, el gobierno comunista le ha retirado su acreditación de prensa por ofrecer una "imagen parcial y negativa" en sus reportes sobre la realidad cubana.

Hace ya una década, Vicent sufrió de un silenciamiento espontáneo. Cuando un periodista cubano le preguntó cómo vislumbraba el futuro de una Cuba sin Castro, el corresponsal de El País optó por no responder. Quizá temió una encerrona. Estos hechos aparecen filmados en el documental Un día después (2001), de Ismael Perdomo, el retrato premonitorio de un momento que no llega.

El silencio del periodista español era igual al de muchos cubanos temerosos en tratar un asunto tabú: la muerte del Máximo Líder. Entre los 52 minutos de documental, solo recuerdo a un habanero que, sin "tener miedo a decirlo", usó las siguientes palabras para referirse a Fidel Castro: "vitalicio es este señor". Mientras afirmaba eso, en plena calle, un coro de gente increpó al hombre, le pidió que se fuera de allí, porque los perjudicaba.

De lo que sufre ahora Vicent es de un silenciamiento impuesto. Y es conocido que los dirigentes comunistas son pródigos en silenciar. El Centro de Prensa Internacional, dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores cubano, es el encargado de velar por el trabajo de la prensa extranjera. Ese organismo es el que ha impuesto limitaciones en el movimiento de los periodistas foráneos por el territorio nacional, el mismo que ha mantenido en jaque los puestos de esos corresponsales, demorando, la mayoría de las veces, la renovación de sus credenciales.

Desde hace dos años, la autorización periodística de Vicent estaba pendiente de renovación. La decisión de no volver a otorgarle ese permiso es irrevocable: no importan las condenas del propio diario El País y de varias asociaciones de periodistas que han defendido la labor del corresponsal, ni las gestiones del Ministerio de Asuntos Exteriores, ni los votos del Senado español en contra de la medida. En La Habana son pródigos en silenciar. Y saben cómo.

La situación en la que se encuentra Vicent es la siguiente: mientras permanezca en la Isla no podrá firmar reportes de ningún tipo sobre tema cubano, ni realizar pesquisas ni investigaciones de ninguna índole, y deberá tener cuidado con quién se reúne y qué información comunique, máxime cuando tiene una familia allí (está casado con una ciudadana cubana con la que tiene dos hijos). 

Las represalias que se podrían ejercer contra él como extranjero (expulsión fulminante o una grave acusación de espionaje, por ejemplo), no excluyen otras posibles contra algún miembro de su familia, como puede ser la negativa oficial a que alguno de ellos abandone el territorio nacional.

Una noticia apócrifa en primera plana de 'El País'

El 18 de abril de 2008, Mauricio Vicent publicó una noticia titulada 'Cuba rebaja las restricciones para viajar’, que apareció en primera plana de El País.

En su reporte, el periodista anunciaba una serie de medidas para la flexibilización de los viajes de los cubanos al exterior: entre ellas, que se eliminaría el permiso de salida, aunque determinados grupos profesionales lo seguirían necesitando; que no sería necesaria la carta de invitación; y que se ampliaría de 11 a 24 meses el tiempo que los cubanos podrían permanecer en el extranjero.

Las fuentes de la información eran "cercanas al gobierno", y no aparecen mencionadas.  En la jerga profesional: fuentes oficiosas, pero no oficiales. 

La noticia fue la bomba periodística: Vicent se adelantó a todos los demás corresponsales acreditados. Fue tan leída su información que, ese mismo día, Michael Parmly, el máximo representante de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana (SINA), dirigió un cable secreto a Washington pormenorizando en el reportaje de Vicent, y elogiando la labor del periodista como "el mejor informado de los corresponsales extranjeros en la ciudad".

Poco después de la retirada de la credencial de Vicent, el sitio oficial Cubadebate publicó una nota que resalta los vínculos del periodista español con la SINA, nota que se apoya en aquel cable secreto, publicado por Wikileaks.

La intención de Cubadebate es desacreditar al corresponsal de El País, ya se sabe. ¿Pero si querían desacreditarlo, en lo que tanto empeño han puesto durante años, por qué ese sitio nunca aludió al motivo de ese cable y ofreció una interpretación pormenorizada de los cambios migratorios anunciados por Vicent, sabiendo a todas luces que el reportaje de El País era apócrifo?

Lo que queda claro: Cubadebate no tiene ni capacidad para desmentir. En este caso, hubiera significado una reafirmación de la negación. Para desacreditar realmente y a fondo la información del corresponsal de El País, Cubadebate hubiera tenido que hacer alusión a que las restricciones de viaje en la Isla permancen idénticas. Pero hacer algo así hubiera significado hablar negativamente del régimen, y eso no le está permitido a ningún medio de prensa oficial.

Ni qué decir que la noticia apócrifa sobre cambios migratorios, firmada por Mauricio Vicent y aparecida en primera plana de El País, nunca fue desmentida ni por el periodista ni por periódico. En sus veinte años acreditado en Cuba, Vicent debe saber que esa información fue como uno de esos "gatos pasados por liebre" con que el gobierno cubano pretende disfrazar la realidad.

En Cuba, Vicent ha sido acusado de influir en la línea editorial de El País, y se le ha recriminado haber promovido internacionalmente a la bloguera Yoani Sánchez, que ganó en 2008 el premio Ortega y Gasset de periodismo digital, otorgado por ese diario.

El régimen contra la prensa extranjera

Los ataques a la prensa extranjera han sido una constante desde la llegada de Fidel Castro al poder. Desde la nacionalización de la prensa en 1960, todos los medios de comunicación están en manos del régimen, que mantiene una censura férrea.

En 1969, el gobierno cubano expulsó a los corresponsales de The New York Times, y de las agencias de noticias Associated Press (AP) y United Press International (UPI), los únicos medios estadounidenses con oficinas en La Habana. En represalia, el gobierno de Estados Unidos revocó la licencia para operar en su territorio a la agencia cubana Prensa Latina.

A partir de entonces, contados periodistas de países occidentales pudieron reportar in situ desde corresponsalías en la Isla, y fueron básicamente los de Reuters, AFP y EFE. El celo hacia estos medios fue tan extremo que, por ejemplo, se cuentan hasta cinco expulsiones seguidas de periodistas de AFP.

En el discurso de cierre del funesto primer Congreso de Educación y Cultura de 1971, Castro dijo: "Ya saben, señores intelectuales burgueses y libelistas burgueses y agentes de la CIA y de las inteligencias del imperialismo, es decir, de los servicios de inteligencia, de espionaje del imperialismo:  en Cuba no tendrán entrada, ¡no tendrán entrada!, como no se la damos a UPI y a AP. ¡Cerrada la entrada indefinidamente por tiempo indefinido y por tiempo infinito!".

La prohibición para que medios de Estados Unidos establecieran oficinas en Cuba tuvo su fin en 1997, cuando Ted Turner negoció con Castro el establecimiento de una corresponsalía de CNN en La Habana. (En enero de 2011, Cuba eliminó la señal de CNN en español de la oferta de televisión por cable para hoteles y centros turísticos).

También en 1997, Televisión Española fue autorizada a abrir oficina allí. Al año siguiente, gracias a la mediación del escritor Gabriel García Márquez, la agencia AP logró establecerse en Cuba.

En 2001, un reporte del corresponsal de la agencia Reuters, Pascal Fletcher, sobre un desfile organizado por la Embajada de España con motivo de la celebración de los Reyes Magos, incomodó a las autoridades comunistas.

Fidel Castro aludió al caso, sin mencionar a Fletcher, diciendo que "algunos reporteros" estaban buscando "que se les expulse". Dos meses después, Reuters decidió el traslado de su corresponsal.

Igualmente, el gobierno cubano retiró, en 2007, las credenciales de prensa de César González-Calero (de El Universal, de México), de Gary Marx (Chicago Tribune) y de Stephen Gibbs (BBC). En el año en curso, a Esteban Israel, corresponsal de Reuters, le fue retirada la autorización para ejercer el periodismo en Cuba, según el académico Ted Henken.

En un momento crítico, el régimen podría ejercer la censura total con el corte de toda comunicación satelital de Cuba con el resto del mundo, como ya hizo por varias horas durante la revuelta popular de agosto de 1994, en la crisis de los balseros. Durante ese tiempo, ninguna llamada, ni fax, ni telegrama, entró ni salió del país. No en vano, el uso de equipos de comunicación satelital está severamente regulado en Cuba.

Antiguos corresponsales extranjeros destinados a la Isla han descrito métodos de espionaje de correspondencia y de su vida privada, robo de información y de sus medios de trabajo, adulteración de sus despachos, citaciones oficiales y otras formas de coacción como prácticas que ha ejercido el gobierno cubano.

Algunos de estos antiguos corresponsales se han sincerado y han reconocido haber ejercido la autocensura.

Para información detallada sobre la vigilancia a la prensa extranjera en Cuba, consultar esta exhaustiva investigación de Reporteros sin fronteras.

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