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Sociedad

Corredores de casas

Sobornan a funcionarios y burlan la ley, pero con una comisión del 10% ayudan a muchos a resolver sus problemas de vivienda.

La Habana

Dos veces ha visitado la cárcel, tres ha sido procesado por peligrosidad delictiva. Hombre terco como pocos, Genovevo, 58 años, es historia viva en el negocio de permutas y compra y venta de casas.

"La venta o adquisición de viviendas era algo prohibido por las leyes. Pero la gente con dinero en la Isla o los extranjeros casados con cubanas hacen lo posible por comprarse una casa. He ahí donde aparezco yo. Tengo buenos contactos en la dirección de Viviendas, el más corrupto de los organismos aquí, y gestiono todo el papeleo. Además, soy un tipo de fiar", dice Genovevo.

El problema de la vivienda en Cuba es complejo. El 85% de los ciudadanos son propietarios de sus casas. Pero el Estado les prohíbe venderlas. Y en caso de emigrar y no tener inscripto a ningún pariente en el título de propiedad, el gobierno la confisca.

Así viene sucediendo hasta ahora. Pero Raúl Castro ha prometido que las cosas van a cambiar. En el VI Congreso del Partido Comunista se autorizó la compra y venta de casas; también se piensa abolir una serie de trámites burocráticos referentes a las permutas.

Aunque todo marcha a paso de tortuga. Y, pese a que muchas personas están deseosas de adquirir o vender sus casas, funcionarios del Estado aseguran que todavía no se ha dado luz verde.

Luisa, 34 años, casada con un italiano, ya tiene todo arreglado para comprar una casa. Está esperando el permiso del gobierno. "Me han dicho que en julio, cuando se celebren las sesiones del parlamento, se ratificarán dichas medidas. Mientras, no se podrá vender o comprar casas", señala en las inmediaciones del Instituto de la Vivienda.

Sin embargo, gente como Genovevo no es de los que se frenan por prohibiciones gubernamentales. "Ahora es cuando más trabajo tengo. Todo el que desea adquirir una vivienda está desesperado por pescar algo. El mercado habanero de casas anda muy movido. La gente sabe que cuando se legalice la compra-venta, los precios podrían duplicarse. Si hoy un apartamento vale 15.000 dólares, el día después que se autorice costara 30.000. Y una residencia igual, dependiendo del barrio; si ahora cuesta 40 mil, no dudo que alcance los 80 o 90.000 dólares", asegura quien se considera voz autorizada en el tema.

Es cierto. Ahora mismo en La Habana, un coche con 60 años de antigüedad, en buen estado, cuesta más caro que un apartamento. Según los corredores de viviendas, esa tendencia se va revertir.

"En ningún lugar del mundo un carro vale más que una casa. Sucede que Cuba es un país extraño, donde lo anormal es normal y viceversa. Todo el que desea comprar casa está desesperado. Sabe que las propiedades van a encarecerse, igual que los terrenos. Mira tú, siempre estamos a contracorriente, los precios de las viviendas se desploman en Estados Unidos y aquí van a crecer meteóricamente", precisa Susana, reconocida corredora de ventas de casas.

Más allá, permutar la casa en Cuba también suele ser complicado. Debido a un grupo de regulaciones absurdas, una persona tiene que atestiguar o justificar por qué desea cambiar un apartamento de tres cuartos por una casa con garaje y cinco habitaciones. Los funcionarios estatales, malandrines de marca mayor, se huelen que hay dinero por debajo de la mesa y comienzan a asediar o entorpecer la permuta en pos de obtener una tajada.

"Cuando una familia mejora, es decir, cuando permuta su casa por una superior y de más metros cuadrados, siempre hay dinero por medio. Si no 'cuadran la caja' con inspectores de Vivienda, la permuta no procede. Te lo dice alguien que ha hecho mucho dinero en ese negocio", señala Esther, exfuncionaria que gracias a su cargo pudo hacerse de los dólares suficientes para conseguir una residencia en un buen barrio y comprarse un BMW de tercera mano en 25.000 pesos convertibles (30.000 dólares).

Los corredores de permutas y casas suelen cobrar el 10% del dinero que se mueve en cada gestión. A veces más. Genovevo, un as del giro, ha cerrado negocios con ganancias de 10.000 dólares. Y aunque lo han pillado dos veces infringiendo la ley y lo han puesto tras las rejas, el dinero y sus influencias le han valido para salir en libertad condicional antes del año.

Ahora vive en un piso amueblado con gusto donde destaca un enorme televisor de plasma de 52 pulgadas. A sus tres hijos les ha negociado buenas casas. Tiene dinero para ciertos lujos. "Nada del otro mundo. Comer mariscos en el Barrio Chino y ocasionalmente acostarme con alguna prostituta. Lo que más me gusta es salir a pescar los fines de semana. Y la única manera de conseguir dinero y sentirme un tipo realizado es siendo corredor de casas", subraya mientras se bebe un jugo de mango.

Si en el negocio no va a ganar un mínimo de 2 o 3.000  dólares, por favor, no lo molesten.

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